Lazarillo
Escribíamos el pasado 8 de septiembre en este mismo DdA respecto al ciervo (8 años) que frecuentaba desde que era joven las calles de la pequeña localidad zamorana de Linarejos (10 habitantes), en el Sierra de la Culebra, esperando que se respetase la vida de un animal que se había ganado el cariño de los vecinos y no causó jamás ningún problema, como no fuera mover los manzanos con su cornamenta de catorce puntas para comer su fruta: "Es de esperar que la historia no acabe como algunos nos tememos, porque en este país la sensibilidad hacia el reino animal suele desembocar en un episodio más de la brutalidad que lo caracteriza". Pues bien, hace unos días se ha dado caza y muerte al animal, pese a que el vecindario había logrado más de 50.000 firmas para que se le respetara a la vida a Carlitos, que así es como se le llamaba. Esta al menos es la información que publicaba el diario El País a toda una página hace algunos días, algo que la Junta de Castilla y León desmiente y que, a su vez, el vecindario de Linarejos sospecha, dado que no ha vuelto a ver al ciervo que de modo habitual frecuentaba sus calles. Dicho esto, hago mío el comentario del profesor Rivas porque creo que hace al caso, cuando señala respecto al "festejo" del Toro de la Vega en la localidad vallisoletana de Tordesillas: "Los taurinos no son crueles, no. Son defensores de los animales y de la tradición. Pues a ver cómo explican que la romería del Toro de la Vega, en Tordesillas, pierde año tras año público desde que no se mata al animal, ni se le puede apedrear, ni clavarle dardos, ni alancearlo, ni cortarle los cojones. No parece que el atractivo popular sea el toro sino la barbarie y, cuando la barbarie fue erradicada, se acabó la afición". Queda pendiente ese otro horror que llaman en Morella (Castellón) el toro embolado o en Benavente (Zamora) el toro enmaromado, por citar dos casos de brutalidad pública y notoria, a ver si vamos avanzando para que se reduzca la afición a la crueldad en este país que tanto lo necesita.
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