Félix Población
Hace mucho tiempo que dejó de interesarme el fútbol masculino, ese deporte de hombres al que las mujeres accedieron hace unos pocos años para intervenir en competiciones oficiales. Como en la semifinal jugada por las mujeres de nuestro país, he disfrutado mucho con el fútbol de una selección nacional que al cabo de su tercer Mundial ganó hoy la competición frente a la selección inglesa, actual campeona de Europa. A las masculina le costó eso unos cuantos decenios.
Me encantó el juego desplegado por nuestras futbolistas, tanto como la espontaneidad, alegría, frescura y sencillez de comportamiento de todas ellas. Este país también debería sentirse satisfecho por esto último, a lo que no estamos acostumbrados. Incluso también deben sentirse muy bien todos los aficionados al deporte concebido como tal y sin las lacras que ha venido sumando el gran negocio del fútbol masculino a escala global.
Podría ocurrir que también el fútbol femenino acabara siendo así en manos de esos organismos internacionales concebidos para sumar más y más oscuro negocio al negocio. Pero por ahora vamos a disfrutar de lo vivido esta mañana en Sidney, de ese conjunto de mujeres que sin cronista que glosara el gozo de verlas jugar -la crónica de TVE ha sido lamentable- hubiera merecido también otros medios de información deportivos.
Da mucha vergüenza contrastar las portadas que esos diarios dedicaron a la selección nacional masculina en similar circunstancia previa a la vivida este 20 de agosto. Mucho más si se tiene en cuenta que si por algo se está caracterizando el fútbol entre mujeres, aparte de por su estimulante manejo del balón y su sentido de equipo, es por la limpieza en disputarlo con el adversario (dos tarjetas en una final) y por la carencia de actitudes tan masculinas como escupir o aliviarse los mocos sobre el césped, en ocasiones con apunte de cámara.
Las portadas de los diario Marca y As ante la final de hoy en Sidney son como para limpiarse el culo con el periodismo de rancio machismo que uno y otro medio evidencian.
EL BESO DEL PRESIDENTE
DdA, XIX/5.422
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