Manuel Santana
Dice Ana Iris Simón que reclamar el derecho de una mujer a mostrar sus tetas implica desexualizarlas. ¿Desexualizaban Iggy Pop o Anthony Kiedis sus abdominales cada vez que se quitaban la camiseta en un concierto?. Lo que Simón, en su infinita torpeza, no capta, es que el gesto de Amaral, y antes el de Rocío Saiz, y antes el de Janet Jackson, tiene que ver con la libertad; con la libertad de transgredir el contexto en el que las tetas de una mujer son toleradas, -entre las páginas de una revista porno o en una playa haciendo top-less-, desbordándolo.
Cabe preguntarse que lleva a Simón a inferir que Amaral, Saiz o Jackson, desexualizan su cuerpo al mostrarlo durante un concierto. Resulta tentador pensar que lo que irrita en realidad a la rojiparda columnista de El País es que sean las mujeres las que decidan, desde su voluntad, donde visibilizar su cuerpo, revelándose a los contextos a los que un mundo pensado por los hombres dicta donde es moral o inmoral que el cuerpo femenino pueda ser visto.
No se trata de desexualizar el cuerpo de la mujer (ni del hombre), se trata de asistir al cuerpo de una mujer libre, acreedora de unos derechos que hasta no hace mucho no tenía, y que en algunas partes de Occidente están perdiéndose, caso del aborto en EEUU. Se trata de que los atributos femeninos, sexualizados o desexualizados, deben ser naturalizados. Se trata de que poco antes se canceló un concierto porque Rocío Saiz mostró sus tetas.
Acabará escribiendo para el ABC, al tiempo.
DdA, XIX/5.422
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