Rafael Mora
Reniegue, rotundamente, de los clásicos. Niéguelos al menos tres veces antes de que los declame un rapsoda.
Defienda, a capa y espada, que el ritmo poético es un artificio antiguo revalorizado por los nostálgicos.
Suceda lo que suceda, por favor, nunca rime.
Diga que sus influencias son siempre extranjeras. Cuanto más difíciles de pronunciar, mucho mejor.
Vista de manera desenfadada en sus recitales, pero que no se note que no es su estilo habitual.
Utilice términos en inglés, continuamente, y afirme con gravedad y dramatismo, que la poesía ha muerto.
Jamás, repito, jamás, se olvide, en un recital, de sus tiras de colores para marcar los poemas en una lectura.
Cuando le pregunten por los derechos de propiedad intelectual, plagie una cita.
Limpie su pedestal tres veces por semana.
DdA, XIX/5.415
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