Valentín Martín
Scarlett Johansson sabe a cebolla. Lo ha dicho Matt Damon que pudo ser gemelo mío si las galaxias no se hubieran equivocado. Hay quien dice que las cosas suceden cuando tienen que suceder. Olvida este suave fatalismo los destiempos. Eso es lo que nos separa a Matt Demon y a mí, entre otras cosas. Él es alto y rubio como la cerveza, y mi diagnóstico es que soy chiquito por viejo: no sé si es peor el remedio que la enfermedad. Aparte los 40 años de diferencia.
Los destiempos, un tema que nos encorajina. Hablando de destiempos hay un antiguo verso en un antiguo libro que dice " no había esperanza más pequeña que mi esperanza ". Creo que ese lamento es mío y no de Sánchez Dragó, pero no estoy seguro. El hacia mucho el amor en la barra de un bar y yo bebo tónica que según mi amigo Manuel Alcántara es una porquería que inventaron los ingleses para purgar a los indios de India .
Porque he entrado en el tiempo de desaprender, desamar, desvivir. Lo que los americanos llaman los minutos de la basura.
También hay una obra de teatro que contradice a la conformidad de los destinos. En ella un personaje dice que el mundo debería estar hecho para que todos los amantes se encontrasen. Pues claro, mecagüendiela.
Bueno, que Matt Damon es un bocazas como Tony Curtis, que en su día negó la virginidad de Grace Kelly, un asunto absurdo que sostenía el Hola. Grace era aquella chica de Filadelfia que santiguó el sexo desde el instituto con compañeros y profes, y no paró. Bendita sea.
Matt Damon dice ahora que besar a Scarlett es un infierno. Yo soy el mejor habitante del infierno y uno de los más antiguos. Así que me asiste el derecho de ser su doble de besos, que me tenga en cuenta la directora de intimidad.
La cebolla es escarcha cerrada y pobre, pero además es buena para la próstata y para casi todo, excepto para los hematíes de los perros.
Scarlett sabe a cebolla, dice el pamemo. Sabe a cebolla porque al acabar el rodaje del día ella se ha comido un sándwich con cebolla, no como Clak Gable que tenía halitosis crónica y como Alfonso XIII, el pariente del rey. Y el director ha mandado repetir el beso.
Eso se da mucho en el cine. ¿Sabe Matt Demon que Hal Wallis tuvo que esperar dos meses, una vez acabada la película, para que Bogart tuviera un rato libre y pusiera voz a la frase final -diez palabras - de " Casablanca "que al propio productor se le ocurrió?
Reitero: si Matt sufre tanto, pido una oportunidad.Voy a ver si encuentro una cebolla en el huerto de Sabas para estar a tono, porque se juega como se entrena.
Y luego ya, pues en serio: que nadie olvida el olor de una piel o el sabor de un beso.
DdA, XIX/5.406
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