martes, 4 de julio de 2023

DEBERÍA REEDITARSE "GARCILASO DE LA VEGA" (1933), DE MANUEL ALTOLAGUIRRE

 


Aprovechando el poema que publica en su muro mi estimado Pedro Luis Angosto, doy a continuación una breve reseña biográfica de Manuel Altolaguirre (Málaga, 1905 - Burgos, 1959), otro de los poetas republicanos obligados al exilio tras la guerra, y reclamo que alguna editorial publique su excelente biografía novelada de Garcilaso de la Vega. Se debe a Altolaguirre  la fundación, en colaboración con Emilio Prados, de la revista Litoral y de otras importantes publicaciones de la Generación del 27 (PoesíaHéroe1916Caballo Verde para la Poesía). Los diversos títulos de su producción, recopilada tras su muerte en Poesías completas (1960), dan cuenta del carácter neorromántico e intimista de su poesía, cercana a la canción, emotiva y en algunas ocasiones surrealista.


Durante su prolongado exilio, primero en Cuba y luego en México, Manuel Altolaguirre siguió con sus actividades de impresor y editor, publicó una colección de poetas clásicos españoles con el título de La Verónica, y se interesó por el cine: escribió el guión y produjo la película Subida al cielo (1951), dirigida por Luis Buñuel, y realizó una versión fílmica de El cantar de los cantares. Como autor teatral publicó Entre dos públicos (1934). Entre sus obras no poéticas destaca el volumen Garcilaso de la Vega (1933), original ejemplo de biografía novelada que entrelaza armoniosamente la documentación histórica con la disgresión imaginaria. Realizó versiones poéticas de Alexander Pushkin y Percy Bysshe Shelley y recopiló y publicó una Antología de la poesía romántica española (1932). En 1959, durante un segundo viaje a España desde su partida al exilio, perdió la vida en una carretera de Burgos.

Manuel Altolaguirre demostró un interés precoz por la actividad editorial, que definía como "un auténtico rincón de poesía", y durante toda su vida se comportó como un artista-artesano que no sólo componía sino que también imprimía sus propias obras. Miembro de la generación del 27, desde sus años juveniles apreció el magisterio poético de los clásicos, desde Garcilaso de la Vega a Luis de Góngora, y las lecciones de contemporáneos suyos, como Juan Ramón Jiménez y sus compañeros (y en realidad, amigos) de generación: Pedro SalinasRafael AlbertiFederico García LorcaLuis Cernuda o Vicente Aleixandre.

Las islas invitadas y otros poemas (1926), su primera antología, varias veces reeditada, muestra una predilección por los temas naturalistas, aunque reinterpretados como restos de un mítico y sensual paraíso terrenal. En su libro siguiente, Ejemplo (1927), influido por la poética surrealista, la división antinómica entre percepción y reflexión, cuerpo y alma, materia y espíritu, agrietaba la consonancia panteísta que unía al hombre con el mundo.

Su vena introspectiva se potencia en antologías posteriores: Soledades juntas (1931), La lenta libertad (1936), Nube temporal (1939) y Fin de un amor (1949). El proceso evolutivo de su poesía marcha paralelo a su experiencia vital, herida por el dolor o bendecida por el amor. En efecto, sus estados de ánimo determinan el criterio para organizar cada una de sus antologías, incluyendo o excluyendo composiciones, según las circunstancias de cada momento.

DdA, XIX/5.384

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