lunes, 3 de julio de 2023

AZAÑA Y CARLOS MARTÍNEZ, PRIMER ALCALDE REPUBLICANO, EN EL CLUB DE REGATAS DE GIJÓN

 

Félix Población

Agradezco a Chema Castañón una concisa y valiosa reseña de la personalidad de Carlos Martínez, dada a conocer hace algún tiempo en una breve reseña a través de su muro y cuya información me ha servido para lamentar no haber tenido la oportunidad de conocer al mencionado, pues las memorias a las que hace referencia Chema, Al final del sendero, me parecen un libro fundamental para estudiar el agitado periodo histórico en el que discurrió la larga vida de su autor (1899-1995). Especialmente interesantes me resultaron las páginas previas a la proclamación de la segunda República en Gijón y la crónica que Martínez hace de aquella histórica jornada del 14 de abril de 1931. También es muy vívido el testimonio de la precipitada evacuación de las tropas republicanas, partiendo del puerto gijonés de El Musel en octubre de 1937, ante la inminente ocupación de la ciudad por las tropas sublevadas.

Fue siendo Jefe del Gobierno, en septiembre de 1932, cuando Manuel Azaña visitó Oviedo, la Fábrica de Armas de Trubia y Gijón, en este último caso con carácter meramente particular, a instancias del alcalde de esta villa, Fernández Barcia, que lo invitó en Oviedo a desplazarse hasta Gijón para almorzar en el Pabellón del Club de Regatas. Obviamente, la noticia se conoció de inmediato en los periódicos locales. Diarios como El Noroeste dedicaron a la visita una información en portada a cuatro columnas, por medio de la cual podemos saber que sirvió el almuerzo el restaurante Mercedes, "con gran acierto", y que fue amenizado por la Orquesta Uría. 

Al término del banquete, los comensales se desplazaron al Club de Regatas y salieron a tomar café a la terraza del citado club, desde la que Manuel Azaña elogió la vista que se contemplaba de la ciudad y la playa de San Lorenzo, según recoge la fotografía de Constantino Suárez que nos ha facilitado Castañón. En ella aparece Carlos Martínez, con corbata y gafas, al lado del Jefe del Gobierno, y al fondo advertimos una perspectiva borrosa de la bahía de San Lorenzo, con el perfil de los edificios tal como era en ese año, muy distinto al que se ve ahora desde esa misma perspectiva. Mi niñez y adolescencia crecieron viendo crecer verticalmente ese perfil hasta el de nuestros días. 

No faltaron las preguntas de los periodistas antes de que Azaña fuera conducido en coche a la sede del partido Acción Republicana, sita en la calle Corrida. Entre las que le plantearon cabe destacar las que le hicieron sobre la continuidad en las obras del ferrocarril Gijón-Ferrol, la posible salida de los socialistas del Gobierno y el futuro de la Fábrica de Armas de Oviedo. Don Manuel aseguró a los informadores que volvería a visitar Gijón en breve para estar en la ciudad más tiempo, pero en este ocasión no solo disponía de poco sino que se sentí indispuesto y debería viajar a Trubia para visitar la Fábrica de Armas de esta localidad y coger luego el expreso para regresar a Madrid. Desconozco si Manuel Azaña cumplió su promesa, pero lo cierto es que la única foto conocida del escritor y político en la ciudad asturiana parece ser la que ilustra este artículo. 


De Carlos Martínez disponemos del ya citado libro de memorias, publicado por el editor Silverio Cañada en 1990, en el que narra con detalle -como he dicho- la proclamación de la segunda República en Gijón, de la que el propio autor fue protagonista. Fue él, junto con los candidatos vencedores en las elecciones municipales del 12 de abril, quienes accedieron al Ayuntamiento para tomar posesión de la alcaldía. Al no encontrarse el presidente de la corporación municipal, fue Rufino Menéndez quien  que hizo la correspondiente entrega -cuenta Martínez en la citada obra-, recibiendo el propio Carlos Martínez el bastón simbólico: "A continuación -leemos- me hizo don Rufino un ruego: que se le permitiera guardar en depósito en su casa unos retratos de reyes -no recuerdo bien su de Alfonso XIII y de la reina María Cristina- que estaban colocados en el despacho del alcalde". Por razones obvias, Carlos Martínez no accedió a la petición, mientras en las calles de Gijón era creciente la marea humana que celebraba la segunda República. 

Por el despacho del alcalde fueron desfilando, ya anochecido el 14 de abril, las distintas autoridades de la ciudad, manifestando su acatamiento al nuevo régimen. La última de esas autoridades, pasadas las diez de la noche, fue la del capitán Doval*, que lo era de las fuerzas de la Guardia civil de guarnición en Gijón y que tan activo papel represor tuvo en la huelga revolucionaria de 1934: "Comenzó por pedir disculpas por su retraso, tras de lo cual se manifestó muy explícitamente en el sentido de que se le considerara el servicio del poder legalmente constituido". 

Fue al día siguiente cuando se celebró la primera sesión de la nueva corporación municipal, presidida por Carlos Martínez, en la que tomaron posesión de sus cargos los concejales elegidos. En las elecciones constituyentes de ese mismo año, el nuevo alcalde fue elegido diputado por el Partido Radical Socialista, fundado por Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz, y que luego desembocaría en Izquierda Republicana. 

Tal como comenta Chema Castañón, Carlos Martínez fue represaliado por ejercer como médico en la Revolución de Octubre de 1934, sobre la que también podemos leer su versión en Al final del sendero. Su exilio discurrió, al término de la guerra de 1936, en Francia, Cuba y México, país en el que publicó en 1959 Crónica de una emigración. La de los republicanos españoles en 1939. De vuelta a España en 1964, residió en su casa de Ambás (Carreño) y dio a conocer su Historia de Asturias en 1969 y el aludido libro de memorias en 1990.

Cinco años después, Carlos Martínez falleció en la residencia Palacio de Caldones a los 96 años de edad. Cuenta Chema Castañón que en sus últimos años  "visitaba de vez en cuando la librería Paradiso, discreto, culto, amable y atildado –traje, gabardina, sombrero-, quizás consciente de ser ya un personaje de otra época, y casi siempre encontraba algún libro antiguo que comprar en la sección de libros usados".

Después de haber leído en dos ocasiones Al final del sendero y comprobar hasta qué punto estas memorias son un reflejo de lo mejor de la España republicana que el mismo autor protagonizó, desde el Madrid de la Residencia de Estudiantes -con García Lorca, Buñuel y Dalí como compañeros- hasta aquella última sesión de las Cortes republicanas en Figueras camino del exilio, deploraría que la villa de Gijón no recordase de algún modo a su primer alcalde republicano elegido democráticamente. Los sucesivos gobiernos municipales del PSOE habrían perpetrado en ese caso una lamentable omisión que no reparará, desde luego, la actual corporación de derecha extrema.


DdA, XIX/5.383

2 comentarios:

JOSÉ IGNACIO dijo...

Chema Castañón y Carlos Martínez, dos personas que dignifican la ciudad de Gijón más allá de la vergüenza institucional del presente... Por cierto, en algún momento habrá que tirar tambíén de Chema para rememorar la proteica y multifacética figura de su padre, uno de esos extraños casos de futbolista intelectual... Y sobre todo buena gente.

Félix Población dijo...

A ello, Nacho, coincido contigo.

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