Esta conversación, en la terraza de una céntrica calle madrileña, explica por qué la extrema derecha es un partido que crece entre las más jóvenes generaciones. También por qué el líder provisional del Partido Popular, a la espera de que lo pueda ser Díaz Ayuso -que es quien marca el modelo de partido a seguir-, ha prometido eliminar toda la legislación feminista aprobada por el ministerio de Igualdad si llega a la Moncloa, con la supresión igualmente del mismo. Es lo que puede ocurrir en unos meses si a la izquierda del PSOE se hace todo lo posible porque el PSOE sea la única resistencia a la posibilidad de un ejecutivo de derecha extrema, como en Italia, Polonia o Hungría. La joven que se resiste a esa política en la charla que cuenta Lourdes no sabe argumentar por qué. Ahí está la clave de la regresión que vivimos por falta de educación y cultura democráticas. Qué pena todo y, sobre todo, qué desaprovechamiento educativo en pro de la igualdad a lo largo de más de cuatro décadas. La razón para un ministerio de Igualdad es que, a estas alturas, no hay igualdad pero sí constan 1205 crímenes machistas. Lazarillo
Lourdes Prieto
Mi nieto y yo nos hemos sentado en una terraza de la calle Fuencarral. Vamos a tomar un helado. En la mesa contigua charlan cuatro jóvenes. Tendrán unos 20 años. Son dos chicos y dos chicas. Debaten sobre la conveniencia de que exista el Ministerio de Igualdad. A favor está la chica que intervenía, cuando llegamos. Lo considera imprescindible. La interrumpe, con tono dolido, uno de los muchachos:
– El Ministerio de Igualdad ha promovido el odio a los hombres.
Ella insiste en la necesidad de su existencia sin rebatir esa idea. Incluso puede que esté algo de acuerdo.
— Además ha supuesto un gasto enorme de dinero, y no podemos permitírnoslo. —contraataca el chaval.
El tono ha pasado a profesoral. Ya se sabe, los hombres siempre nos explican cosas.
La joven solo acierta a sostener que quiere que haya un Ministerio de Igualdad, pero no puede rebatir ninguno de los dos argumentos que, aunque totalmente falsos, han calado hasta la médula de buena parte de nuestra sociedad.
Qué pena todo.
DdA, XIX/5.365
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