LA ESPAÑA QUE VIENE CON TOREROS COMO CONSEJEROS DE CULTURA

Lazarillo

En su propósito retrógrado sin vuelta atrás, y a modo de continuación de lo que se ensayó en la desgraciada comunidad autónoma de Castilla y León, el gobierno de la derecha extrema en la Comunidad de Valencia acaba de certificar los postulados regresivos de la derecha española desde que a su derecha, nacida de su propia entraña, brotó Vox. Me imagino el grato momento de disfrute entre los componedores del pacto gubernamental valenciano cuando a alguno de ellos, o quizá a varios más a coro porque ese criterio es muy propio de ser compartido en las derechas patrias, se le ocurrió la brillante idea de hacer a un torero vicepresidente del gobierno autonómico y, de paso, para colmar lo rancio, casposo y miserable de la ocurrencia, darle además la consejería de Cultura para llenar de tortura los cosos taurinos. Sin entrar en otras consideraciones, a medida que se vayan sabiendo las novedades del ejecutivo valenciano, está claro el modelo de España que el diseño del gobierno autonómico de aquella comunidad representa como adelanto, como con más adelanto lo fue en su día el dos veces elegido gobierno regional de Madrid. Me temo que estamos ante la mayor pasividad e indiferencia del electorado progresista en los casi cincuenta años de democracia, sin que los riesgos de regresión democrática, por sí misma, sean capaces de estimular una resistencia democrática. Tampoco quienes tiran abajo proyectos otrora estimulantes capaces de movilizar a más de cinco millones de electores  que ahora están divididos ante la España que viene con toreros (diestros en la tortura) como consejeros de cultura.

DdA, XIX/5.372