Se
han publicado las primeras encuestas tras el acuerdo de Sumar. No traen nada
bueno: el PSOE desfondado, Vox aguantando y Sumar sin signos de avance. Tres
pésimas noticias para la izquierda. En promedio, este bloque no pasa del 37%.
El de derechas se coloca en el 48%.
Pongámoslo
en perspectiva. Los mejores resultados de los conservadores fueron los de 2000
y 2011, con un 44% de las papeletas y dos mayorías absolutas. En la primera,
Aznar creyó ver un cambio de época. Se equivocó y 2004 le puso en su sitio. La
de Rajoy fue todavía más precaria. Navegaba a contracorriente y, en apenas unos
meses, su popularidad se desplomó.
Lo
que nos dicen las encuestas de estos días es otra cosa. La derecha bate
holgadamente su plusmarca estatal. Se parece a un cambio de época. España ya no
sería ese país tendente al progresismo que eventualmente vota a los
conservadores. Tal vez nos hemos convertido en el país de derechas que Aznar
soñó. Esta puede ser la primera lectura.
En
una segunda lectura, no está tan claro. El cambio está en marcha, pero hay
indicadores, como la ideología o las posiciones en determinados asuntos, que
apenas varían (o que no lo han hecho drásticamente). Es decir, la balanza está
muy inclinada hacia la derecha, pero es un poco pronto para hablar de cambio
cultural. Las señales previas de Madrid y Andalucía no son nada halagüeñas,
pero la mutación no se ha completado. Todavía no ha cuajado.
Es un poco pronto para hablar de cambio
cultural. Las señales previas de Madrid y Andalucía no son nada halagüeñas,
pero la mutación no se ha completado
Con
un panorama así, la izquierda tiene poco que perder. La comunicación política
no es mi fuerte, pero me sorprende que Sumar siga sin confrontar con dureza al
inminente gobierno de PP y Vox. La mayoría de españoles ya lo perciben como
real. Sumar, sin embargo, actúa como si no estuviera pasando y eso, perdónenme,
les hace parecer que viven en Narnia.
Les
concedo el haber visto con tiempo que la “alerta antifascista” no está
funcionando. Pero entre eso y no confrontar hay un gran trecho. Hay un choque
entre dos visiones contrapuestas del “deber ser” (lo que son, en definitiva,
las ideologías). La izquierda debe defender su opción para el bien común. La
derecha puede convertir España en un desierto, en todos los aspectos.
Negacionistas del cambio climático dispuestos a destrozar el medio ambiente.
Crisis económicas a pelo, sin protección. Pensiones revisadas a la baja.
Aumento de la conflictividad con Cataluña. Retroceso en derechos como el
aborto, la diversidad sexo-afectiva, la eutanasia, la protección frente a la
violencia de género... Todo ello repartiendo carnets de buenos y malos
españoles y con Aznar como master of puppets. En definitiva, España
en modo autodestrucción. La izquierda tiene el deber de avisar y, de paso,
intentar despertar las pulsiones progresistas que todavía subyacen y son
mayoritarias. Eso, y prepararse para una ardua travesía en la que la izquierda
siga estando ahí.
CTX DdA, XIX/5.375
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