Lazarillo
Bien lo dice Goti de Sol en su breve comentario. Lo que ha ocurrido en la esquina de las calles Santa Doradía y Dindurra de la villa de Gijón, siendo aprobado por las autoridades pertinentes que no merecen en este casi ningún respeto sino la más enérgica repulsa, enlaza con aquellos lejanos tiempos de los años sesenta y setenta en los que la memoria de la ciudad fue asaltada de modo brutal por el desarrollismo para levantar otra ciudad donde se trazó a destajo la verticalidad de sus altos edificios como si en eso consistiera la modernidad, cuando lo que de verdad primaba eran los negocios especulativos. Muy poco se salvó de aquel desastre, ejemplificado en torno a las edificaciones de la bahía de San Lorenzo. Lo que dice Goti, a propósito de la fotografía, es que en la esquina de esas calles se vino abajo un edificio (por razones que cabe suponer) sobre el que ocupaba en otro tiempo una muy apreciada panadería que conocimos y degustamos en nuestra niñez. La azarosa ocasión ha servido para configurar ese edificio que espanta a la mirada de cualquiera con un mínimo de sensibilidad, mucho más si esa inclemencia estética se edifica sobre la histórica fachada de la vieja construcción. Como para este Lazarillo, la Panadería Perales está, además, en su memoria por las excelencias de sus productos, el efecto visual es aún más repulsivo. Así que vaya, con el de Goti, mi más profundo desprecio hacia los responsables y ejecutores del nuevo engendro arquitectónico.
DdA, XIX/5.366
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