martes, 27 de junio de 2023

COMPARACIONES ODIOSAS O LA UFANA GUERRA CULTURAL ULTRA

 


Tal como debió ser, sin dilación alguna, la Junta Electoral ha ordenado al partito de la extrema derecha, responsable de la idea y difusión del contenido que se expresa en esa lona que la retire, por su manifiesta incitación al odio y su carácter -añado- explícitamente guerra-civilista, propio de los años treinta del pasado siglo. Sería de esperar que la ciudadanía también reparase en lo que la Junta Electoral y la razón no pueden permitir en un país con una historia como el nuestro. Los votos a Vox son eso.

José Ignacio Fernández del Castro

«Un padre y una madre centauros contemplan a su hijo, que juguetea en una playa mediterránea. El padre se vuelve hacia la madre y le pregunta: ¿debemos decirle que solamente es un mito?.» Kostas AXELOS (Atenas, Grecia, 26 de junio de 1924-4 de febrero de 2010): “Lo real y lo imaginario (Las trampas mito-lógicas)”.

El ufano aparato del bando de los vencedores en la Guerra Civil proponía, para celebrar el Primer Año de la Victoria allá por 1940, un cartel en el que un aguerrido fascista bien pertrechado barría, con la bandera rojigualda como fondo, círculos simbólicos del bolchevismo, la masonería, el separatismo y la FAI (junto a los politicastros y la injusticia social que pronto, primero en la gris autarquía y, más tarde, en el desarrollismo, pasarían de basura que debe ser barrida a santo y seña del Régimen)… En fin, era una representación icónica de su enfoque propagandístico de la guerra como liberación/barrido del suelo patrio de aquel mantra que al pequeño dictadorzuelo no se le caía de la boca: “el contubernio judo-masónico-comunista internacional”…

Ahora, ochenta y tres años después, un “nuevo partido” (presidido por uno de esos politicastros de nuevo cuño que nunca ha vivido, desde su amamantamiento en las Nuevas Generaciones populares hasta el presente, de cosa alguna ajena a la política), retoma la idea en una enorme lona colgada, en el amanecer del 17 de junio, en el centro de Madrid, para mostrar en su parte central, bajo el lema “Decide lo que importa”, una mano (sin cuerpo) que arroja a un cubo de basura la hoz y el martillo comunistas, la bandera arcoíris del movimiento LGTBIQ+, la estelada independentista catalana, el símbolo del feminismo… Y hasta el de la Agenda 2030. A su izquierda, sobre fondo rojo, algunas palabras con tratan de definir su consideración del “gobierno socialcomunista” : IMPOSICIÓN, INSEGURIDAD, DIVISIÓN, POBREZA, ABANDONO"… A su derecha, sobre fondo verde de la casa, proclama sus pretendidos valores: LIBERTAD, SEGURIDAD, FAMILIA, INDUSTRIA, CAMPO, FRONTERAS… Comparaciones odiosas.

La paradoja es evidente, porque se hacen atribuciones a un gobierno que ha logrado, desde cierto afán de protección social de las poblaciones más vulnerables en tiempos muy difíciles, mantener un ritmo de crecimiento económico, creación de empleo y fomento de la contratación indefinida (frente a la precariedad); que mantiene el país entre los de mayores cotas de seguridad del mundo (salvo para los alardes sensacionalistas de Ana Rosa y su cohorte mediática); que ha apaciguado las ínfulas separatistas patentes en los últimos gobiernos populares… A la vez, la única libertad que entiende el partido de Abascal es la de Isabel Díaz Ayuso, la de tomar unas cañas al final de tu jornada laboral; su concepción monolítica de la familia se restringe a la “sagrada familia” despreciando cualquier otra forma de convivencia familiar (para esto no cabe la libertad); su concepción de la seguridad se basa en la creación de fuerzas de choque con “licencia para golpear”, como mínimo; su idea de la defensa de las fronteras se debe parecer mucho, curiosamente, al ejercicio práctico realizado por el Ministerio del Interrior de Grande Marlaska; su impulso al campo y a la industria coincide seguramente con el que caracterizó el desarrollismo franquista, favoreciendo familias y estirpes liberándoles del respeto a toda norma…

Pero es que su lucha y sus pretensiones, en este tiempo de la posverdad, está en otra parte: está en la decidida “guerra cultural”, sin complejos (que dirían Aznar o Cayetana), que falsifica la historia desde un revisionismo ideológico, exagera interesadamente los pequeños conflictos (por ejemplo, las ocupaciones de viviendas) que pueden dar réditos en la ciudadanía de a pie y vilipendian, en una reacción aparente frente a la “corrección política”, las bases mismas del Estado del bienestar. Sin programa económico diferenciado ni explícito, más allá del vago neoliberalismo triunfante, y centrados precisamente en lo meramente simbólico (ideas abstractas y anacrónicas de familia, patria…) y alejado de “lo que importa” para mejorar las condiciones de vida de la población.

Así que, nacidos de la evolución más reaccionaria de los fundadores de aquella Alianza Popular postfranquista y de los grupúsculos fragmentarios del núcleo duro de la dictadura y su inmóvil Movimiento Nacional (desde Falange a las organizaciones filonazis, pasando por Fuerza Nueva), imaginamos este Vox, juguetón y dicharachero en su populismo ultra, contemplado por esos, sus mayores, como la familia de centauros de Kostas Axelos contemplaba los jugueteos playeros de su vástago… Siempre tentados de aclararle que todo lo que dicen defender (y él mismo) son solamente un ajado rescoldo simbólico, un declinante mito. Pero no lo harán. Que el mito ocupe el lugar de la realidad en el debate público sigue dando réditos electorales.

     DdA, XIX/5.379     

No hay comentarios:

Publicar un comentario