Umbral recibiendo el premio por su novela
Félix Población
Tengo la impresión, ignoro si
compartida por la generalidad de los lectores de literatura española, de que a
los más importantes autores se les se conmemora o recuerda sólo cuando cumplen
cincuentenarios o centenarios (de su nacimiento o muerte). Salvo en esos casos,
nombres de trayectorias literarias contemporáneas como los de Cela,
Delibes, José Luis Sampedro o Umbral parecen haber quedado sepultados al tiempo
que fallecieron, como si con su defunción hubiese concluido la nombradía que
tuvieron a lo largo de su existencia.
Por eso parece que no se ha
prestado mucha difusión en los medios nacionales, salvo en los de la provincia
en la que se publicó el libro (y en El Español de su amigo Pedro J), a la reedición del que la Diputación Provincial de León premió en 1965 en la modalidad de novela corta y que tiene por autor a
uno de los columnistas más y mejor reputados de la segunda mitad del siglo XX. Me
estoy refiriendo a Francisco Umbral (1932-2007), a quien tuve el gusto de
conocer y tratar como colaborador de la revista Personas en los inicios del
periodo transicional o transaccional (según quien lo juzgue).
El Instituto Leonés de Cultura
ha reeditado ahora esta novela (Días sin escuela), ilustrada para la ocasión
con algunos escenarios leoneses de la época, que vienen a ser motivos gráficos
con los que seguir una historia protagonizada por un grupo de niños de la
posguerra en medio de las penurias y penalidades propias de la época. Se trata
de la primera novela del escritor vallisoletano, junto a Tamouré y Balada de
gamberros, las tres publicadas en 1965.
Alfonso García, ex director
del Instituto Leonés de Cultura y recuperador de Días sin escuela, es quien
prologa esta nueva edición, y Emilio Gancedo, autor recientemente de un libro sobre el popular Barrio Húmedo leonés, es quien firma el epílogo, en
donde se analiza la trayectoria biográfica de Umbral y su relación con la ciudad en la que la novela discurre.
La novela Días sin escuela
coincide en su tiempo de creación también con el ensayo Larra, anatomía de un
dandy, con cuya lectura inicié mi estancia universitaria y profesional en
Madrid, pocos años antes de que Francisco Umbral entregara en la redacción de
la revista aludida en la que yo trabajaba, próxima entonces a su domicilio, el artículo semanal que,
con el de Manuel Vicent, eran los más valorados de aquella publicación, antes
de que uno y otro columnista se iniciaran con éxito notable en el diario El
País.
DdA, XIX/5.351
No hay comentarios:
Publicar un comentario