Jaime Richart
Hoy he visto una película en una de esa plataformas de Internet que cada vez abundan más que, después de haberla visto hace seis o siete años, me ha parecido extraordinaria Entonces, aquella primera visión no me lo pareció tanto. Quizá, porque no estaba estragado todavía de la filmografía más actual, cada vez más farragosa, más retorcida, más enrevesada, más ruidosa.
Se trata de una producción de los Estudios de Amazon; emporio que, por lo que se vez, cada vez abarca más. Yo, harto del mismo, no veo desde hace mucho tiempo cine “americano”. Sólo films aislados, de cine independiente, recomendados y garantizados por quien me conoce bien… Pero éste del que hablo es un film absolutamente desviado de la temática habitual y la estereotipada mentalidad estadounidense en las que nunca o rara vez están presentes protagonistas sencillos, canjeados si acaso, por medio tontos que el espectador en realidad sabe que son una lumbrera.
Pues sencillos y corrientes son los protagonistas y los actores secundarios de esta película. El film, desde luego, es un verdadero canto a la armonía. Se trata de una pareja joven cercana a la madurez y de su vida rutinaria. Una inyección de belleza moral, de calma y de normalidad en estado puro. No hay música de fondo, o es apenas perceptible. Esa música que a menudo en los films actuales de toda procedencia hace con frecuencia inaudibles los diálogos, me sospecho que más por la incuria o despreocupación de los realizadores o de quienes manejan el doblaje al español que porque crean que no perturban la comprensión de la trama generalmente tortuosa. Un diálogo y un tempo, en el caso de los de este film, sosegados y envueltos en la monotonía o al revés, envolventes de la rutina, que mucha gente en el fondo afortunada porque tiene un empleo estable, vive en la sociedad. Armonía, belleza moral y calma, que en este tiempo se me antojan desconocidas, pero que tampoco en general son buscadas, ni procuradas, ni propiciadas, más bien lo contrario.
La película se titula Paterson, una ciudad de Nueva Jersey que, por el número de sus habitantes en España sería un pueblo. También el nombre del protagonista. Y al parecer, la cuna de dos cómicos clásicos de aquella cinematografía de los años 50: Abbott y Costello.
DdA, XIX/5.351
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