lunes, 15 de mayo de 2023

GIJÓN: VENTURAS Y DESVENTURAS DE UN PASEO MARÍTIMO O EL MURO DE LAS CONFUSIONES


 José Ignacio Fernández del Castro

«Los problemas más complejos son aquellos en los que ambas partes tienen razon.»

Petros MÁRKARIS (Estambul, Turquía1 de enero de 1947)El viejo luchador de la resistencia griega  Lambros Zisis en La conjura de los suicidas (2023).

La fachada marítima gijonesa, especialmente en el emblemático paseo de su playa urbana más señera, la de San Lorenzo, es problema que viene de lejos… Los efectos socioeconómicos del desarrollismo sumados a un urbanismo de aluvión nada regulado (ejemplo de “lo que no debe ser” durante mucho tiempo en buena parte de las Escuelas de Arquitectura en España) cuajó el desastre de un espléndido arenal “a la sombra” con un espacio máximo de apenas treinta metros de anchura en el tramo más amplio de su paseo… Un desatino que aprovechó ciertas prevenciones frente a la exposición a los vientos del norte para hacer de su capa un sayo, en alturas y en todo lo demás, so pretexto de cuajar un tan curioso como racional diseño urbano en cuña que evitase las ventoleras frontales en la mayor parte de las calles de la zona (salvo en la calle Menéndez Pelayo, que sirve de eje perpendicular a la línea de costa).

Problema, pues, largamente consolidado al que se le propusieron soluciones más o menos delirantes, desde el abusivo “serruchazo” de Chus Morales hasta el engorroso “cascayu” de Aurelio Martín pasando por el cosmético “acristalamiento de fachadas” (parcialmente realizado con subvenciones públicas) de Paz Fernández Felgueroso, hasta llegar a la actual propuesta (retomada de algún viejo concurso de ideas) de soterramiento del tráfico de Carmen Moriyón… Porque, a fin de cuentas, de lo que se trata es de sacar el tráfico rodado de conexión de la zona este con el centro de la ciudad del entorno marítimo (y progresivamente, por cierto, del propio centro de la ciudad), dándole un tratamiento que, por una parte, priorice tránsitos más amables (con una “reurbanización verde” de la zona para uso de peatones y vehículos de tracción humana) y, por otra, minimice los factores que favorecen la contaminación en una zona tan sensible… Algo muy alejado de una obra de larga duración y elevado presupuesto sometido a problemas geológicos (e incrementos) evidentes en un suelo de arena y piedra con dificultades de cimentado y presumibles filtraciones de agua marina, que, por ende, derivaría un tráfico rápido hacia el cuello de botella de la estrecha calle Munuza para su acceso al centro urbano (y/o la zona oeste).

Lo cierto, en todo caso, es que los problemas más complejos son los que, además de consolidados, hacen que las distintas posturas sobre sus soluciones viables tengan todas ellas razón… Y viene a esto a cuento de que, en cualquier caso, el planeamiento que finalmente se lleve a cabo (si llegamos a verlo) debe combinar un amplio consenso ciudadano que garantice el bien común (un espacio para el disfrute tranquilo de todo el mundo) con el estricto respeto a los derechos individuales adquiridos (vías auxiliares para el acceso a las viviendas, garajes y la carga/descarga de los comercios en las zonas correspondientes, servicios públicos de transporte suficientes).

En definitiva, no vamos a decir que, jugando con el nombre popular del paseo marítimo, este Muro sea también de las Lamentaciones, como el de Jerusalén… Pero, desde luego, las últimas décadas de historia de la ciudad nos dejan claro que, incluso siendo generosos, es, sin duda, un Muro de las Confusiones… Más o menos interesadas.

*Foto del autor.

     DdA, XIX/5.350     

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