lunes, 15 de mayo de 2023

ANALOGÍA ENTRE LOS VIOLINES Y LA CARNE JAPONESA WAGYU

Lazarillo

En el magnífico libro El violín de Lev. Una aventura italiana (ed. Acantilado, 2023), escrito por Helena Attlee, una autora muy enamorada de Italia perteneciente a la Royal Literary Fund de Londres, hay un capítulo correspondiente al cuarto movimiento de la obra, titulado En el servicio de urgencia de los violines en el que Attlee analiza la diferencia entre copias y falsos violines. En concreto, refiriéndose a las glamurosas historias que los marchantes deshonestos cuentan, a base de mentiras, para introducir falsificaciones de instrumentos en el mercado, habla esta autora de la dendrocronología, una ciencia capaz de dejar en evidencia las falacias de esos marchantes cuando afirman que un violín es más antiguo de lo que en realidad es. Escribe Helena Attlee que el cuerpo de estos instrumentos tiene una manera muy sutil de expresar su auténtico pasado, según le explicó el lutier Florian Leonhard* utilizando una analogía inesperada entre los violines y la producción de carne Wagyu en Japón:


 “Masajean esas terneras cada día y eso hace que la carne sea increíblemente tierna. Le conté mi propia experiencia con el Wagyu japonés -escribe Attlee-, que comí con los palillos y sumergí en el aceite hirviendo de un pequeño quemador que nos pusieron en la mesa: no soy muy amante de la carne, pero recuerdo que la de aquellas terneras tan mimadas era inquietantemente tierna. No obstante, pronto me quedó claro que comer y cocinar eran cosas irrelevante en la analogía de Leonhard, pues siguió explicándome que en buena medida sucede lo mismo con un violín cuando lo toca un buen músico: las vibraciones de las cuerdas que recorren el cuerpo del instrumento masajean la madera y enseñan a las células cómo moverse juntas. La manera en que el violín vibra es la clave de su sonido y, como nunca olvida lo que ha aprendido, seguirá llevando la marca de antiguos músicos en su sonido, y quizá incluso el recuerdo de su música. Leonhard me explicó que algunos de los instrumentos que maneja están tan profundamente impregnados de la herencia de músicos extraordinarios que un violinista que prueba un violín por primera vez siente que le indica cómo debe tocarlos, como si tratara de volver a las rutinas y prácticas de su último propietario”.

*Nacido en Düsseldorf en 1963, Leonhard lleva más de 30 años dedicado por completo al estudio y reparación de Stradivarius. Dirige una élite de doce virtuosos restauradores que dan vida a valiosos violines en su taller de Londres. En este taller sólo se hacen siete instrumentos al año, a razón de 46.000 euros cada violín, con aspiraciones de acercarse a la excelencia de los grandes maestros Stradivari, Guarneri 0 Amati

   DdA, XIX/5.350   

No hay comentarios:

Publicar un comentario