Félix Población
Una información del diario Público dada a conocer recientemente hizo saber a la ciudadanía española lo que paga a determinados presentadores y presentadoras de la televisión pública, algo sobre lo que hasta ahora se mantenía un telón de ocultación indigno de un medio público y un estado democrático.
Para lograr los datos, el citado periódico ha tenido que valerse de Consejo de Transparencia y Buen Gobierno, habida cuenta la resistencia de RTVE para que los españoles sepamos lo que pagamos a los aludidos. Conocemos de este modo lo que perciben los presentadores de un programa de cocineros, emitido de modo repetitivo en La Uno porque al parecer no hay nada tan interesante como el oficio culinario para emitir a la mejor hora de la programación. Ganan 10.000 euros por programa, o sea que multipliquen.
Hagan lo propio con la reputada especialista en el séptimo arte, una tal Alaska, que se embolsa 4.000 euros cada vez que dedica un rato a presentar Cine de Barrio, una emisión que hace mucho debería haber cambiado de nombre, de concepto y de filmografía, por la reiterada y machacona proyección con una frecuencia pertinaz y hasta enfermiza del peor cine español de antaño. Una tal Eva Soriano se embolsaba 11.000 euros y el periodista especializado en economía -éste sí lo es- Javier Ruiz, con toda seguridad el más competente de los mencionados, percibía 5.000 por un programa que tuvo muy corta vida, Las claves del siglo XXI.
Sabidas estas remuneraciones, se comprende por qué la corporación que pagamos todos con nuestros impuestos tenía recelo y hasta se negaba a hacer públicas estas cifras. Lo que me gustaría conocer, una vez comprobado el contraste entre las consignadas cantidades y las que perciben otras profesionales como Silvia Intxaurrondo (750 euros) o Cristina Fernández (398,08), son los criterios con los que los directivos de RTVE reparten esas remuneraciones.
La información publicada por el diario Público contiene el salario recibido por 15 presentadores en 2022: los que trabajan como personal externo, ya sea con contratos con las productoras de los programas o con contratos artísticos con RTVE. Al día de hoy se sigue sin saber, como pretendía el citado periódico, las remuneraciones de los presentadores de la casa, que RTVE se niega a presentar a quienes la pagamos.
Sí supimos lo que perciben altos cargos de la corporación, que también ésta pretendió ocultar, pero que publicó Maldita.es, medio que también nos informó de la suma percibida por los presentadores de las campanadas navideñas en la cadena pública. Debería ser hora de hacer valer la Ley de Transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno (19/2013) para que no se nos esconda lo que pagamos por una televisión pública mala que derrocha nuestro dinero con algunos de sus presentadores.
DdA, XIX/5.423
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