Ismael Juárez
Hace unas semanas saltó a la
prensa el incendio que sufrió un teito en Somiedo por
unos desconocidos. Un episodio sin aclarar todavía del que el copropietario de
la cabaña, Jorge Jáuregui, prefiere ser cauto a la hora de señalar
a los responsables. Biólogo y profesor de secundaria en un instituto de Grau,
dirige junto a Sofía Berdasco la empresa Somiedo Experience
que atrae a la zona a visitantes ávidos de observar la naturaleza. Jáuregui,
con cincuenta y seis años, además acaba de publicar un libro de fotografías,
“Somiedo esencial”, un trabajo que le ha llevado tres lustros llevar a cabo, y
que se une a una trayectoria vinculada al medio rural desde hace años. En la
década de los noventa hizo una investigación sobre la ecología de los
asturcones en la Sierra de Pedrorio y la relación de estos animales con los
espacios naturales y el lobo. Entiende el ecologismo “no como una opción, sino
como una necesidad, si queremos sobrevivir como especie”. Tal es así que añade:
“Hace cuarenta años llevábamos chapitas con la frase Salvemos las
ballenas. Hoy deberíamos llevar otra que dijera Salvémonos a
nosotros mismos”. Ríe, pero no bromea.
¿Aún no saben quién pudo quemar el
teito?
Tenemos varias vías de sospechas, pero
no dejan de ser más que conjeturas. No lo sabemos. Aquí en el campo hay muchos
problemas que solucionar. Es muy difícil coger a esa gente con las manos en la
masa. Actúan con nocturnidad y conocen bien el medio. Se pueda llegar a suponer
quiénes son, pero no hay pruebas. Hay un conjunto de factores que hace que los
responsables al final actúen con impunidad. El otro día organizamos una
concentración en Somiedo con el lema “Por la convivencia, contra la barbarie” y
tuvo mucho éxito. Una concentración que se hizo por lo que nos pasó a nosotros
y también por otros casos de ataques en la zona.
¿Qué motivación tuvieron para montar
Somiedo Experience?
Nació con el liderazgo pionero de Sofía,
que enseña todos los valores naturales que tiene Somiedo, para que la gente los
conozca y sepa lo que tenemos. Estamos trayendo gente de toda Europa. Pero no
solo nosotros, cada vez hay más empresas. Somos competencia y nos llevamos
genial. No es solo cuestión de dinero, somos gente comprometida con el medio
ambiente. Somos un tipo de turismo que no tiene nada que ver con el de
Picos de Europa. Las empresas estamos trayendo a gente que son muy respetuosa
con la naturaleza. Y aún así, llegará un momento en que las autoridades deberán
gestionarlo de alguna manera, poniendo cupos o algo así. No podemos dejar que
se masifique. De momento está funcionando muy bien y está trayendo riqueza y
esa riqueza hace que la gente local lo valore. He de decir que Sofía viene de
una familia vaqueira, su familia siempre vivió de la ganadería, ella decidió
cambiar de vida. Ella con su vínculo con la trashumancia y yo con mis
conocimientos técnicos creo que hemos hecho un tándem perfecto. Ella ha sido
capaz de comprender los valores naturales que tiene Somiedo, de darse cuenta de
la riqueza del entorno, también de las alimañas a las que siempre tuvo
animadversión.
Entre las posturas que apuestan por una
naturaleza sin humanos y las que apuestan por una humanización del territorio
desde formas más tradicionales, ¿cómo encaja el turismo rural en todo esto?
En primer lugar, el turismo rural ayuda al despoblamiento. Veo que cada vez hay más gente joven que quiere venir a vivir al campo. No quieren dedicarse a la ganadería, quieren otras cosas, como el turismo rural bien gestionado, insisto, bien gestionado. Si pasase aquí lo que está pasando en Picos de Europa, no defendería esto. Un turismo de naturaleza bien gestionado y respetuoso con el entorno es una oportunidad para mucha gente. Además no hay ningún problema entre la gente que viene y los que ya estaban, es más, está dando vida a los pueblos ese tipo de gente joven que está viniendo y donde incluyo a estudiantes que están de prácticas. Puede que los cazadores furtivos se incomoden porque son más ojos observando, pero en general no hay problemas de convivencia y las oportunidades son muchas. No solo en Somiedo, conozco otras zonas y es lo mismo.
Usted se considera ecologista, al tiempo
que convive con personas del mundo de la ganadería. Una de las líneas rojas
entre el ecologismo y los ganaderos es cómo afrontar el problema de los lobos.
¿Tan difícil es ponerse de acuerdo en esto?
Cuando hice la investigación hace años
vi la presión del lobo sobre las manadas de asturcones No solo lo vi, sino que
llevé registros de todos los ataques que se produjeron durante años. Comprendo
a los ganaderos, entiendo que son gente a la que hay que tener respeto, que
tienen sus problemas, pero hay que proteger al lobo. Creo, de todas formas, que
en muchos casos, hay un enfrentamiento absurdo, una polarización de actitudes
que no ayudan a nadie.
Pero, entonces, ¿cómo conciliar las
posturas entre aquellos que quieren o necesitan un control del lobo para
proteger a su ganado y quienes creen que matar lobos no es la solución, además
de poner en peligro a esta especie?
El problema está en la administración. Debería estar mucho más implicada con ese tema. Todos los daños que hay de lobo o de oso debería pagarlos de inmediato y de una forma justa. Esa es una reclamación de los ganaderos que yo comparto. Esa es una de las soluciones a este problema. Otra cosa que debería hacer la administración es apostar por medidas preventivas. Y no solo con el ganado, también con los osos o con las abejas. Se debería invertir en hacer un buen estudio e invertir con decisión. Si hay muchos daños por el lobo en algunas zonas hay que tomar soluciones consensuadas que no vayan encaminadas a exterminar al lobo, pero también respetando a la gente que vive en estos medios rurales.
¿Cómo se hace eso?
Es muy complejo, por eso no hay que
alentar el odio desde ningún extremo. Hay youtubers que defienden posturas
ganaderas que hablan con odio contra el ecologismo. Hay que entender que
cabemos todos. Leí la entrevista que le hicisteis en Nortes a Alfredo Ojanguren. Me encantó. Muestra
mucho conocimiento, un conocimiento que necesita que ser mostrado, que la gente
tiene que conocer. Pero también estoy de acuerdo en algunas cosas que dijo en
otra entrevista Xuan Valladares desde el lado de los ganaderos.
Estoy de acuerdo en que sin el factor humano no se puede afrontar el reto. Toda
Europa occidental está humanizada. El territorio se ha dedicado a la
explotación. ¿Por qué en la Cordillera Cantábrica se conservan zonas todavía
con gran riqueza natural? Porque son zonas apartadas y abruptas donde no ha
llegado de igual forma la mano del hombre. Posiblemente entre Asturias, Galicia
y León encontremos el mayor número de reservas de la biosfera, que son un
instrumento administrativo cuyo fin es la convivencia del hombre con la
naturaleza. Tenemos que ser conscientes de esa riqueza y cuidarla.
Ese es parte del debate, ¿cómo se cuida?
Hay que tener en cuenta a la gente que
vive en el medio rural, a la gente que tiene su forma de vida en estos
territorios. Si lo que se tiene que promocionar es la convivencia del hombre
con la naturaleza, la sostenibilidad, el respeto a los ecosistemas no puede
demorarse la forma de encontrar un punto medio. Es cierto que la conciencia
medioambiental no está tan arraigada entre los ganaderos, aunque los hay que
sí. Pero es cierto que, bajo mi punto de vista, en general los ganaderos
deberían desarrollar más está conciencia. Y tal vez para convencerlos debamos
utilizar las formas más adecuadas, no agredirlos con palabras ni etiquetas.
¿Cree que hay una conciencia diferente
entre lo que algunos denominan “urbanita” y el habitante del medio rural?
Desde hace décadas conozco gente de un
extremo y de otro. Hay gente para todos los gustos. No por ser ecologista eres
de una categoría concreta ni un urbanita indocumentado. Es cierto que hay
ecologistas a los que no entiendo y otros, como Fructuoso Álvarez, en Avilés,
que son admirables, de ciudad, con muchos conocimientos, a veces con más que la
gente que vive en el medio rural. Y dentro de los ganaderos hay de todo
también. De todas formas, hay que darse cuenta de que en Europa apenas existen
reductos de naturaleza salvaje porque todo está explotado. Y las zonas que
están mejor conservadas es donde viven los ganaderos. Por lo tanto, hay un
conflicto de intereses.
Los ganaderos y ecologistas están de acuerdo en que los espacios boscosos están mejor con caducifolios autóctonos que con eucaliptos. Es decir, hay puntos de encuentro, pues empecemos por ahí, por donde podemos ponernos de acuerdo. De una forma civilizada cada uno tiene que exponer sus argumentos. De alguna forma me siento en ambos lados. Soy ecologista, pero aquí me estoy relacionando mucho con ganaderos, la familia de mi pareja es ganadera y he comprendido su sensibilidad también. He visto cómo los ganaderos sufrían cuando los lobos mataban a sus animales. Vaya por delante que veo al lobo como el animal más maravilloso que existe en nuestra fauna. No podemos perderlo porque es una auténtica joya natural. Es cierto que aquí en Somiedo el lobo no es un problema tan grande. Comprendo que en las zonas del oriente asturiano pueda serlo más. La administración debiera ser la que pusiera medidas subvencionando más mastines, subvencionando más comida para los mastines, subvencionando vallados. En cualquier caso, no creo que el tema de los lobos sea el mayor problema de los ganaderos.
Sin embargo, desde los ganaderos se dice
que el lobo es un problema para tener ganado menor.
Por eso son importantes las medidas
preventivas. Con más mastines los daños se reducirían mucho. Así que
subvencionándolos se conseguiría mucho. Aun con ellos, seguro que caerían
cabras y ovejas, pero que la administración pague los daños y que los ganaderos
puedan recibir todo el dinero de inmediato. Porque en esta situación lo que se
está consiguiendo es el cabreo de todo el mundo y las posturas parece que se
polarizan cada vez más.
Como está pasando con los incendios.
¿Por qué ocurrió toda esta barbaridad? ¿Para conseguir unos pocos más de
pastos? Lo que pasa es que hay aquí un contubernio que es difícil descifrar,
sobre todo sin pruebas. No son solo los ganaderos. Todas las zonas que se
quemaron en Luarca no son zonas de pasto. ¿Por qué se quemó todo eso? ¿Qué tipo
de intereses puede haber?
Esa es la pregunta que se hace todo el
mundo.
Lo que ocurre al final es que hay mucho
odio. Hay una guerra, una polarización cada vez más preocupante. Veo a la gente
en Somiedo muy cabreada también contra eso que llaman los ecologistas
urbanitas. Insisto, hay que debatir y empezar a llegar a puntos de encuentro,
que los hay, y desde la comprensión abordar luego los temas que separan.
Empecemos por todas esas cosas que hace la administración y que no nos gustan a
ninguno. Ahora quieren hacer plantaciones de eucaliptos nitens, cuando el
eucalipto ha sido la mayor lacra que ha tenido Asturias. Solamente para
alimentar a una industria papelera ha devastado el territorio. Tenemos una de
las mayores joyas naturales de Europa occidental y todavía no nos damos cuenta.
¿Por qué no hay molinos eólicos en Madrid? ¿Por qué vienen aquí a devastar
zonas donde acaban con todo, también con el turismo rural? ¿Qué tipo de
políticas hay ahí? ¿Quién está detrás? ¿Qué intereses hay? Es una vergüenza lo
que está pasando, también desde la administración.
¿Entiende que haya gente que pueda
llamar a su postura equidistante?
Mi postura no es equidistante. Quiero
una solución sensata a un conflicto y para resolver un conflicto hay que
comprender a todo el mundo. Entiendo completamente lo que dice Ojanguren, pero
es difícil aplicar algunas cosas por las que aboga ya que hay personas que
viven de la explotación del campo. Ahora bien, Ojanguren explicó realmente cómo
funcionan los ecosistemas y eso es necesario, porque hay mucho desconocimiento,
un desconocimiento que luego se refugia en argumentos simplistas, infantiles e
incendiarios. Dicho esto, entiendo también los problemas a los que se refiere
Valladares. De ahí la complejidad. Soy el primero que critica muchas cosas que
hacen los ganaderos, pero para cambiar la sensibilidad de muchos de ellos
primero hay que empatizar con sus problemas y entenderlos. Eso sí, los
ganaderos que cobran la PAC deben entender que tienen un compromiso con toda la
sociedad porque entre los objetivos de esta ayuda europea no está solo
conseguir la soberanía alimentaria de Europa, sino contribuir a la lucha contra
el cambio climático y la gestión sostenible de los recursos naturales, además
de conservar los paisajes y zonas rurales de toda la Unión Europea. Tienen que
ser conscientes de la responsabilidad que tienen entre sus manos al recibir
esas ayudas.
¿Cree que no son conscientes de esa
responsabilidad?
Hay que ser sincero, algunos ganaderos
no tienen ningún respeto por el medio natural. Por eso hace falta mucha
pedagogía para que este tipo de ganadero entienda ciertas cosas, para que
desarrolle cierta sensibilidad por el medio ambiente o, por lo menos, que
respete las leyes. Pero hay que insistir que también hay ganaderos que tienen
esa sensibilidad y que tratan muy bien a los animales y hay que ponerlos en
valor frente a los otros. Hay de todo en todas partes. No se puede generalizar.
Es cierto que los informes constatan que el 80% de los incendios vienen
provocados por los ganaderos, al menos hasta este año, pero eso no quiere decir
que todos los ganaderos sean unos terroristas ambientales.
¿En qué dirección debería ir la futura
Ley de Montes?
Pondría el foco en la plantación de
eucaliptos. Es una agresión al medio que hay que erradicar. Es la mayor lacra
que tiene Asturias hoy por hoy. Es un monocultivo de lo más destructivo y que
favorece a muy pocos. Además, el consejero, en vez de hacer tanta pedagogía del
fuego, debería hacer pedagogía de los valores naturales que tenemos aquí en
Asturias que son de los más ricos que existen en toda Europa occidental. La
pedagogía de fuego es muy fácil. Quemas y arrasas para luchar contra la
naturaleza, que es lo que se hizo siempre. Pero lo que se hizo siempre no es
necesariamente lo que se tenga que hacer ahora.
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