miércoles, 12 de abril de 2023

EL PINTOR FRANCISCO MIGUEL, TRES VICTIMAS MÁS DEL FRANQUISMO Y LA IGLESIA COMPOSTELANA

Autorretrato del artista

Félix Población

Hace ya más de veinte años que la cultura gallega homenajeó al pintor, ilustrador, crítico de arte y librero Francisco Miguel Fernández en el cementerio de Bértoa (Carballo), en el que siguen sus restos mortales, junto a los de otros tres republicanos: el joven Juan Boedo y Andrés y Pedro Pinilla, padre e hijo de 52 y 21 años respectivamente. Los cuatro fueron asesinados por las tropas sublevadas en 1936. Sus cuerpos no fueron arrojados a una fosa, sino que el párroco de la localidad y varios vecinos los enterraron en el cementerio de Bértoa con un mínimo de dignidad, algo singular entre las víctimas del franquismo.  

Siguiendo el deseo de los familiares de las víctimas, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) lleva un año esperando a que la iglesia católica, en la persona del arzobispo de Santiago de Compostela, siga el ejemplo del párroco coruñés y otorgue el correspondiente permiso para la exhumación de los restos mortales de los cuatro asesinados a fin de concederles la dignidad que merecen en el recuerdo de sus deudos. La ARMH tiene todos los permisos necesarios para ello, pero asegura que la autoridad eclesiástica compostelana lleva más de un año alargando el proceso. En su opinión, tardan en dar repuestas a las peticiones y argumentan que algunos feligreses se oponen a la exhumación, que no presenta -por otra parte- dificultades técnicas ni desde el punto de vista arqueológico ni forense. Por derecho o por caridad cristiana, se alega desde la asociación, los republicanos asesinados tienen derecho a ser enterrados con dignidad, y no se descarta llegar a los tribunales si la dilación eclesial se sigue prolongando en el tiempo como hasta ahora. 

Francisco Miguel, asesinado a los 38 años, dejó viuda y varios hijos de corta edad que se vieron obligadas al exilio en México. Con apenas veinte años estaba al frente de la Librería de Arte sita en el número 8 de la Rúa Real. Miembro de la tertulia La Peña y colaborador de las revistas Casa de América y Alfar -de esta último fue director artístico- el pintor coruñés, rápidamente conectado con las vanguardias europeas y americanas, residirá siete años en México y regresará a Galicia en 1935, instalándose con su mujer -también coruñesa, Syra Alonso Brufau- y sus hijos en la localidad de Santa Cruz de Oleiros. La obra plástica de Francisco Miguel, expuesta hace años en México, Madrid y A Coruña, nos sitúa ante un artista excepcional, un dibujante de trazo estilizado, un retratista de profunda impronta, siempre atento al soplo de la modernidad cuando nos conmueve. con sus auras de luz marina en magníficos lienzos de temática coruñesa

Ilustrador de poemas de autores como el argentino Jorge Luis Borges o la chilena Gabriela Mistral, amigo personal de Picasso en París y de Alejo Carpentier, León Felipe, Siqueiros y Diego Rivera en su etapa americana, Francisco Miguel fue compañero fraternal de Luis Huici, otro artista coruñés también asesinado por las tropas sublevadas por su compromiso con la democracia y la libertad. Enterrado "clandestinamente" en Bértoa tras ser "paseado", la brutalidad y el derramamiento de sangre que rodearon el caso de Francisco Miguel lo convierten en un símbolo particular de la Galicia Mártir, aquella que de modo magistral reflejó otro gran artista llamado Emilio Castelao. 

Como le ocurrió al poeta y cantor chileno Víctor Jara tras el golpe militar del general Augusto Pinochet en 1973, al pintor coruñés, al que también le partieron la cabeza, sus verdugos le amputaron las manos: los bárbaros enemigos de la cultura y la inteligencia mutilaron al artista los miembros que eran capaces, junto con su cerebro, de iluminar las formas de vida y belleza, cortando de raíz una carrera artística que auguraba un largo y brillante porvenir 

Hace más de veinte años que Francisco Miguel fue homenajeado en el cementerio de Bértoa por la cultura gallega. Ahora solo falta que quienes predican la fraternidad cristiana en los púlpitos permitan la dignidad y reparación debidas a sus huesos y a su memoria, y a la de quienes compartieron con él su última hora, tal como desean sus descendientes.

     DdA, XIX/5.422     

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