miércoles, 1 de marzo de 2023

UN LIBRO SOBRE EL TODO MACHADO SORIANO

Valentín Martín

¿Quién no tiene una debilidad? Antonio Machín, el cubano de Sagua adicto a los boleros y a la balada romántica, el que tuvo 15 hermanos y fue padre de Irene, no lo ocultó nunca: tengo una debilidad, no sé qué pasará si no me doy el gusto.

Me da en el hocico que para Isabel Miguel este libro es una debilidad. Por muchísimas razones y todas comprensibles. Yo creo que Lidia esta vez ha puesto la alfombra roja para que César Ibáñez París lleve hasta las ganas de Isabel las páginas sorianas de Antonio Machado a través de su Lastura. Esto es un pelotazo. Porque la debilidad de Isabel Miguel nos deja más que el reintegro: un volumen con todos los textos de Antonio Machado que tengan como referente a Soria. Y muchas cosas más, algunas diré.

Nada más empezar a leer el libro te encuentras con que no se trata de una recopilación, sino de un sopetón de dioses del bachillerato. Al menos el mío. Y ello convierte al libro en una pasión. Porque se te encima una carta de Antonio Machado a Gerardo Diego dentro de una conferencia de Gerardo Diego sobre Antonio Machado, que César Ibáñez París ha incorporado a modo de prólogo. Párrafos de la conferencia "Soria en Antonio Machado" que el de Santander dio en el Instituto de Soria el 5 de octubre de 1959 para inaugurar el curso y la cátedra de Machado.
Pausa en la apariencia de intríngulis y seguimos con la liturgia del libro, que debe ser lenta como la lujuria en la edad tardía o la fragua de las soledades ancianas que no le importamos ni a Dios. En esa carta, escrita desde Desamparados 11, en Segovia, y desde General Arrando, 4 en Madrid, Antonio Machado le dice cosas que aconsejan al joven Gerardo. Antes de entrar en faena sobre la relación epistolar entre los dos catedráticos de Instituto (también lo fueron Torrente Ballester y Juan Ruiz Peña cuando mi bachillerato), tengo que airear esto con una ocurrencia: en la calle General Arrando me encontré un día a Laín Entralgo. Yo venía de una dentista que se había pasado con la factura y con la anestesia. Por eso, atontolinado, miré a aquel falangista con incursiones en el corazón del nazismo, sin reconocerlo del todo. Fue él, el mismo que después de morir Franco escribió su "Descargo de conciencia", quien se dirigió a mí:
- Laín.
Eso dijo y siguió calle arriba.
A César Ibáñez París y al fervor castellano de Isabel Miguel hay que agradecerles esta carta de Machado donde clarea muchas cosas en pocas líneas, aunque esté escrita en dos ciudades distintas. Todos sabemos que había días de la semana en los que don Antonio al despertarse no sabía si estaba en Segovia o en Madrid. O en los dos sitios, atontolinado por Pilar de Valderrama mucho más que yo con la dentista y Laín.
Machado le escribe a Gerardo a propósito de la publicación del “Romancero de la novia”, y a la hora de las recomendaciones no se ahorra un capón para la chochez parisina, pero sobre todo nos suelta a todos los del baile de San Vito y los aluviones al atardecer, una buena patada en el culo: "Huya de ese ambiente madrileño tan profundamente beocio", es la orden. Y un canto a Soria más allá de lo que él llama creacionismo eterno de la poesía: que la tierra soriana es profundamente poética y que no cambie ese rincón por ninguno.
¿Y ahora, qué? le diría yo a la Amparitxu que me trajo a Madrid porque había que venir a Madrid para todo. Vine con ese hatajo de sueños y el único curso que di clase de literatura las dudas me saqueaban, hasta que la Amparitxu me tranquilizó: Machado es para toda la vida.
La eternidad de Machado es la que ha puesto en pie de nuevo César Ibáñez París en este libro parcelario con la complicidad de Gerardo Diego. Y lo que son las cosas: fue Gerardo quien me adoptó enseguida de llegar yo a Madrid y publicar un ensayo sobre poetas palestinos. Un Gerardo Diego, ya buda tranquilo, salvo que al camarero se le fuese la mano con la calentura del café, o que el infame gobernador Ulpiano saliese con una patochada miserable atacando a Unamuno en el homenaje de los poetas españoles a Fray Luis de León en la Salamanca de 1977. A Gerardo Diego le placaba la ira Juan Pérez Creus, el melancólico cultivador de epigramas.
Este libro tiene la zancada larga. En él está todo el Machado soriano, incluida "La tierra de Alvargonzález" en poesía narrativa y en prosa, la historia que Machado escribió para Juan Ramón Jiménez. Y está " Campos de Castilla" el libro que le salvó la vida cuando Machado ya había comunicado su suicidio a JRJ. "Campos de Castilla" tuvo tanto éxito en una España semianalfabeta que Machado encontró un motivo. Con la memoria agujereada por tanto olvido creo que fue en este libro donde el editor le engañó: habían firmado 600 pesetas y le liquidó solamente 300 alegando que al libro no le había hecho caso nadie, cuando en la primera tirada vendió 3.000 ejemplares.
En todo caso, Soria marcó el camino de Antonio Machado hasta Collioure. Aquí están las pruebas, incluidas la riqueza de reseñas de un tiempo y un universo tan soriano como machadiano.
A tu salud, Isabel.

DdA, XIX/5.387

No hay comentarios:

Publicar un comentario