Félix Población
¿Se ha enterado la ciudadanía de este país y sus mansurrones sindicatos del grado de movilización popular que se ha registrado en Francia por una reforma del sistema de pensiones que pretende pasar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años? Llevan ya siete huelgas generales en dos meses y se ha contabilizado hasta dos millones de manifestantes en las calles del país, según se puede advertir en esta impresionante fotografía tomada anteayer en París.
Aquí, de una manera zorruna, hemos pasado de los 65 a los 67 años sin mayor respuesta de resistencia por parte de los trabajadores y sus representantes. Podría ocurrir lo mismo con la sanidad pública, donde los continuados recortes de este sistema de salud pagado por todos los ciudadanos están poniéndolo en riesgo de desaparición en beneficio de la sanidad privada, tal como esta ocurriendo en comunidades autónomas como Andalucía y Madrid.
Si ya fue lamentable la falta de oposición en la calle a esos dos años más en la edad de jubilación, también lo es que no se registren en el país movilizaciones mucho más multitudinarias y continuadas que las hasta ahora convocadas con las denominadas Mareas Blancas. Toda España debería ser una Marea Blanca en lucha por nuestra sanidad pública porque, después de lo ocurrido con la pandemia de la COVID hace tres años, con un total de casi 120.000 fallecidos y 14 millones de personas contagiadas, nuestro país ha recuperado la normalidad en casi todos los sectores menos en el de la sanidad pública.
Fue durante la pandemia cuando quedó en evidencia la carencia de recursos humanos y materiales en el sistema sanitario, sobre todo en la atención primaria, y se repitió hasta la saciedad entonces que se debía reforzar la sanidad pública (la OMS recomienda que un 25 por ciento de los recursos se destinen a ese fin, y no un 15, como ocurre aquí). Pasado un trienio desde entonces, el panorama que atisba el personal sanitario y corroboran los datos no ha mejorado, antes bien al contrario.
Con un sociedad más envejecida, los informes al respecto reflejan que en 2021 había 136.344 médicos trabajando en el Sistema Nacional de Salud, de los que el 31% de ellos (42.112) estaba adscrito a la atención primaria, un 2,14% menos que en el 2018, según el informe que los expertos entregaron el año pasado a la ministra y a los consejeros del sector en cada comunidad autónoma. Hay menos profesionales en este nivel asistencial pese a que es la segunda especialidad con una pirámide de edad más envejecida, dándose en el mismo los mayores porcentajes de profesionales con más de 60 años (33,2%) y de 50 y más años (60,2%). Esto supone la jubilación de 12.034 médicos en cuatro años, según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.
La ratio de tarjetas sanitarias individuales (TSI) por cada profesional oscila desde 1.538 en Madrid hasta 909 en Castilla y León. “El porcentaje de profesionales con más de 1.500 TSI es elevado (37,1%) y difícilmente tolerable, y en algunas comunidades es escandaloso (Baleares, 82,7%; Madrid, 53,5%). En Madrid, el 52,2% de los médicos tiene asignados más de 2.000 ciudadanos”, indica la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP). Muchos médicos tienen entre entre 50 y 60 pacientes al día, a razón de entre tres y cinco minutos cada consulta. En la mitad de los centros de salud de nuestro país se está tardando una media de siete a diez días en tener una cita, según el sindicato médico CESM.
Sí, hay motivos sobrados para que España sea de continuo una masiva Marea Blanca en las calles, siguiendo el ejemplo de lo que está ocurriendo en Francia con la edad de jubilación. Allí no están tragando con los dos años de aumento que pretende el gobierno y estoy convencido de que tampoco soportarían lo que está ocurriendo aquí con la sanidad pública y que cada cual habrá podido experimentar allá donde resida, en mayor o menor grado.
DdA, XIX/5.397
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