jueves, 2 de marzo de 2023

EL SOLARÓN DE GIJÓN O EL MOMENTO DE RESPIRAR EL BIEN COMÚN


José Ignacio Fernández de Castro

Gijón es una ciudad desarbolada… Mientras la Organización Mundial de la Salud considera imprescindible la presencia de un árbol urbano por cada tres habitantes (junto a espacios verdes que supongan entre 10 y 15 metros cuadrados por habitante) para garantizar un aire respirable, nuestra ciudad cumple el segundo parámetro (unos 14 metros cuadrados de zona verde por persona residente, pero sus árboles apenas llegan a uno por cada siete habitantes, con un reparto, además, muy desigual por barrios. En este sentido la zona más castigada es la del Centro-Cimadevilla-Laviada con ¡un árbol por cada quince habitantes!.  Por el contrario, la más arbolada es la sur, Pumarín-Montevil-Contrueces-Polígono-Perchera-La Braña-Nuevo Gijón-Santa Bárbara- Roces, con un árbol cada seis habitantes. ¿Por qué es esto importante?: los árboles ayudan a mejorar las temperaturas, limpian el aire de gases y partículas en suspensión, disminuyen los niveles de CO2 en la atmósfera y hasta facilitan el mejor estado físico y psicquico de la ciudadanía… De hecho, un estudio de 2020 de la Universidad de Aarhus, con registros de casi un millón de personas nacidas entre 1985 y 2003, mostraba como el riesgo de padecer ansiedad o depresión disminuía en un 55% en quienes habían crecido en barrios más verdes. En cuanto a autopercepción, otro estudio realizado en 2015 en Toronto mostraba como los habitantes se consideraban más saludables (rejuvenecidos hasta siete años) por el simple hecho de contar con una decena de árboles más en su manzana… Y hasta, a nivel económico, la FAO había evaluado en 2010 que el valor de una vivienda subía hasta un 7% cuando contaba con zonas arboladas en un radio de cien metros.

En suma, la presencia urbana de árboles proporciona salubridad y calidad de vida a la ciudadanía… Y he aquí, que Gijón, con sólo un 20% de sus árboles a pie de calle (con un aumento de apenas medio millar de ejemplares en las dos últimas décadas) y el resto concentrados en zonas verdes periféricas en progresión desde el inicio del milenio (Los Pericones, Nuevo Roces, Isabel la Católica o Parque Fluvial de Viesques), tiene, aquí y ahora, la ocasión de convertir parte de los terrenos liberados por la antigua playa de vías del ferrocarril en un parque real. Tengamos en cuanta que hoy, el popularmente llamado Solarón, ya es oficialmente Parque del Tren de la Libertad, con placa descubierta solemnemente el 8 de marzo de 2016 en honor de la gran movilización feminista del 2 de febrero de 2014, pero consiste en una débil pradera con numerosos planes constructivos superpuestos (y aplazados por las crisis encadenadas)… Un parque con arboleda que palíe las carencias del centro urbano y que abra un tránsito arborescentemente amable con el Oeste de la ciudad.

Una ciudad que tiene el dudoso honor de encabezar la lista española (y ocupar el cuarto lugar en Europa)de ciudades con más mortalidad por déficit de espacios verdes, según estudio elaborado, sobre más de mil ciudades de treinta y un países, por el ISGlobal de Barcelona (publicado en The Lancet Planetary Health en octubre de 2021). Hora es, pues, de corregirlo más allá de intereses públicos y privados más o menos especulativos, ese déficit… Desde el compromiso ciudadano de grupos como Un Pulmón pal Solarón que tratan de seguir la senda de otras luchas por el bosque urbano tan eminentes como las de la Asociación Parque Sí en Chamberí de Madrid. Y para que los espacios públicos permitan respirar bien común.

     DdA, XIX/5.388     

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