Félix Población
Después de haber leído en los
medios que el documental Antonio Machado. Los días azules, del que es
directora y guionista Laura Hojman, está siendo muy visto en las plataformas de
streaming, no las tenía todas conmigo a la hora de pensar que posiblemente
fuera por su calidad.
Generalmente, no es lo más
visto lo mejor, pero en este caso, y una vez vista la película, puedo afirmar
que estamos ante lo mejor que se ha hecho en cine sobre la vida y obra del
poeta sevillano. Me parece que esto lo pueden sostener tanto quienes se
consideran machadianos, como es mi caso, como quienes se acerquen por primera
vez a saber algo más sobre la personalidad humana y literaria de don Antonio.
Puedo decir sin vanidad que
conozco bastante bien la biografía y los poemas y demás escritos del poeta
andaluz, y que incluso esbocé en alguna ocasión -a raíz de aquel libro de texto
nefasto que ocultaba el triste desenlace de su vida en el exilio- cómo hacer
accesible a las jóvenes generaciones la obra y el inquebrantable papel que como
intelectual desempeñó durante la guerra en defensa de la segunda República.
Pues bien, la película de Laura Hojman, en la que intervienen poetas, escritores, profesores y biógrafos con comentarios muy
atinados, es la obra perfecta para hacer llegar a todos el carisma humano y literario de quien hizo de la poesía acción, antes que contemplación.
El guión fluye en todo momento
con la concisa elocuencia de una crónica empapada de sensibilidad y sazonada
con el excelente recitado a cargo de Pedro Casablanc de los poemas que mejor explican en cada caso las
imágenes, desde el patio sevillano donde florece el limonero hasta la playa de
Collioure, en la que el poeta, anciano y enfermo, evoca el sol de la infancia.
El trabajo de fotografía a cargo de Jesús Perujo es notable, alternando en casos
muy puntuales las imágenes con sutiles ilustraciones en color. La música de
Pablo Cervantes es asimismo de destacar por la acendrada melancolía con la que subraya el tono del relato.
No puede dejar en el tintero la
guionista y directora, y hace bien al apuntarlo al término de la película, que hasta
2019, coincidiendo con el octogésimo aniversario de la muerte de Antonio
Machado, no visitó su tumba ningún Presidente del Gobierno español en cuatro
décadas, para vergüenza de este país. También se hace constar en el film, por
parte de la presidenta de la Fundación Antonio Machado, que muchos españoles
que cruzan la frontera para recordar a sus familiares muertos y desaparecidos
en los campos de concentración de las playas francesas, visitan la tumba del
poeta, que representa con ella la de todas esas víctimas sin sepultura.
Los días azules nos muestra en sus últimas secuencias las marchas que realizan los descendientes de aquellos cientos de miles de republicanos en memoria del atroz éxodo invernal de 1939. Laura Hojman, sin embargo, no ha querido que ese fuera el último mensaje de su magnífica película. Sitúa el punto final del film en el punto de arranque, el patio sevillano donde florece el limonero en los años de la niñez del poeta. Y recurre la guionista a una frase de don Antonio que explica la razón y repercusión de su obra, y también el fondo y la forma, la gran hechura y el hondo contenido de este film: “Hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado”.
Ciertamente Los días azules dan sentido al verso de don Antonio con el que se pone punto final a la película: “Late corazón, no todo se lo ha comido la tierra”. El documental de Laura Hojman aviva magistralmente la personalidad y la voz de su protagonista como refuerzo de nuestra memoria democrática. Llévese a las escuelas en nombre de quien dijo que el fascismo es la fuerza de la incultura.
*Artículo publicado también el El Salto
DdA, XIX/5.374
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