Alejandro Álvarez
Antes de la intervención de Rusia en Ucrania (en absoluto defendible pero que debe contextualizarse para buscar una salida) Zelenski había prohibido en Ucrania los partidos políticos de izquierda (fascismo); Zelenski había promulgado en Ucrania leyes que excluyen de ciertos derechos a la minoría rusa (racismo); Zelenski había eliminado en Ucrania el ruso, lengua materna de millones de ucranianos, como lengua oficial (nacionalismo excluyente); Zelenski había reconocido en Ucrania como héroes a quienes habían luchado al lado de los nazis y se había aliado y abrazado con los nazis del batallón Azov (nazismo). Pero Pedro Sánchez se abraza a Zelenski y compara a la Ucrania de Zelenski con la República española, arrastrando por el fango de la historia a aquella República nuestra, que se empeñaba en extender derechos, en ampliar libertades, en luchar contra el fascismo. Y Pedro Sánchez alimenta con armas y gestos la guerra que Rusia y EEUU libran en Ucrania mientras nuestra República renunciaba a la guerra como instrumento político. Y Pedro Sánchez visita fosas comunes en Ucrania pero nunca ha visitado una fosa común de los asesinados por el fascismo español. A qué se debe tal comportamiento? No será que, tras las primeras y lógicas dudas, ha aceptado de lleno la política diseñada en Washington, una política que está produciendo enormes beneficios a los americanos y grandes perjuicios a nuestros países? No será que ha perdido cualquier atisbo de autonomía política respecto a EEUU (como cuando aceptó reconocer como presidente de Venezuela al tal Guaidó) y que está siendo arrastrado hacia el abismo sin cuestionar una política belicista aberrante?
DdA, XIX/5.383
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