Félix Población
Hoy se nos da a conocer en los medios de información que el poeta Pablo Neruda fue asesinado mediante una inyección no programada en el abdomen, a eso de la cuatro de la tarde del 23 de septiembre de 1973, según denunció en su día Manuel Araya, chofer de Neruda y tal como se publicó en la revista Proceso, el 8 de mayo de 2011, determinando la investigación cuyos resultados dio a conocer al diario El País el sobrino del poeta.
Rodolfo Reyes asegura que el panel internacional de expertos que analizó la bacteria Clostridium botulinum, encontrada en los restos mortales de Neruda en 2017, determinó que su origen era endógeno. Esa conclusión de los peritos, adelantada por Reyes a la agencia Efe, confirmaría la tesis de la querella del Partido Comunista de Chile, según la cual la sustancia “fue inyectada como un arma biológica”, es decir, que murió envenenado. Durante 40 años, la causa oficial de la muerte del poeta fue el cáncer de próstata con metástasis que padecía.
El hecho ocurrió dos semanas después del golpe de Estado del general Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, y tras la muerte en el Palacio de la Moneda del presidente Salvador Allende. Se dio como versión de esta muerte, por parte de los militares felones, el suicidio, si bien entre los partidarios de Allende y algunos autores que investigaron su fallecimiento se creyó que fue asesinado por los golpistas.
El desenlace sobre la verdadera causa de la muerte del poeta chileno me hace recordar el documental realizado hace unos años por Manuel Menchón Palabras para el fin del mundo, una investigación muy bien documentada sobre los últimos meses de Miguel de Unamuno en Salamanca (desechados por Amenábar en su película Mientras dure la guerra), en el que se cuestiona la versión oficial de la muerte repentina dada por los militares felones que se sublevaron en 1936 y que mantuvieron arrestado al escritor en su domicilio, después de su intervención en la Universidad contra el general golpista Millán Astray: Venceréis pero no convenceréis.
Hace casi treinta años pude escuchar en Salamanca, a personas que conocieron a don Miguel, que no faltaron en la ciudad versiones obviamente silenciadas similares a la del envenenamiento que ahora se acaba de confirmar en el caso de Pablo Neruda, medio siglo después. Tanto la voz de Miguel de Unamuno como la del Premio Nobel Pablo Neruda habrían hecho mucho daño internacionalmente tanto al general Franco como al general Augusto Pinochet de haber seguido ambos con vida.
DdA, XIX/5.375
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