Jaime Richart
Estados Unidos es un grave impedimento para que en el mundo triunfe la fuerza de la razón. Todas las naciones del mundo debieran reaccionar contra Estados Unidos. Estados Unidos y su Pentágono hacen imposible la paz del mundo. Una paz en el mundo que, en pleno siglo XXI, en el tercer milenio, contado por el calendario gregoriano, se impone en todos los entendimientos que no son perversos. Una nación que un día fue referencia de libertad y democracia, aunque estuviese lastrada ya desde el principio por la virtual no participación de las mismas de negros e hispanos. Al igual que en la democracia Ateniense de de la Antigüedad de la que formaban parte los esclavos y siervos.
Tras la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos, atribuyéndose el máximo de protagonismo en el triunfo sobre el país alemán, sobre todo a partir de los Bush, padre e hijo, se ha hablado y se habla hasta la saciedad de los países canallas, del Eje del Mal. Y se han utilizado sin ningún pudor, principalmente por militares de alta graduación, expresiones alusivas a ello alardeando así aquella maldita nación de su supremacía sobre todas las demás del planeta.
Ya ni es preciso invocar las intenciones de los gobernantes y militares estadounidenses en la actual guerra, de desmembrar a la Federación Rusa y debilitarla de manera concluyente, con la complicidad de las naciones que forman parte de una otan creada a raíz del Pacto de Varsovia y que ya ahora no tiene sentido. La otan se fundó como garantía de seguridad de los estados de Europa Occidental ante la Unión Soviética y sus aliados. Pero la propia División de Asuntos Internacionales, Servicio de Investigación del Congreso, contabiliza, desde 1900, 107 intervenciones militares de Estados Unidos fuera de la metrópoli; 48 después de la segunda gran guerra. Ello sin contar lo que ocurre actualmente. No ya la participación directa, si no la dirección más o menos oficial y manifiesta de la estrategia y operaciones de la otan en la actual guerra ruso-ucraniana contra la Federación Rusa.
El caso es que, Estados Unidos actúa como el Imperio Romano. Hasta su caída y la entrada de los bárbaros en Roma con Odoacro al frente, nadie holló su suelo. Sus legiones imperaban en el mundo de entonces, pero los romanos apenas sabían algo de sus conquistas. Lo mismo que entonces, lo único que interesa al imperio yanqui es dar rienda suelta sus mandos y sus milicias, a sus bajos instintos y asegurar el way of life de su población wasp (blancos, anglosajones y protestantes), con la certeza de que nunca serán atacados
Con ligeras diferencias entre unos tiempos y otros, la condición humana es invariable y la atracción por oprimir a los pueblos y saquearles, lo mismo. Pero el mundo actual es capaz de lo que no fue. Y la fuerza de la razón puede y debe imponerse a la razón de la fuerza. Aunque sólo sea por el bien de la humanidad, todas las naciones del mundo debieran revolverse contra el imperio yanqui y dejarle aislado… De las otras dos superpotencias, China ha mantenido el nivel de civilización verdadera que siempre la ha caracterizado. Nunca ha sido agresora. Nunca ha sido invasora. La otra, Rusia, tallada en los valores marxistas pese a funcionar con parámetros en parte capitalistas, tampoco traspasará nunca las líneas rojas que la historia de Estados Unidos ha sobrepasado constantemente. Es preciso impedir que la historia del mundo la siga escribiendo el imperio yanqui, para que el ser humano de estos tiempos próximos a enlazar con otros mundos pueda desarrollar sus capacidades en orden a conseguir lo que de otra manera es imposible: la paz perpetua de Kant. Es decir, encontrar una estructura mundial y una perspectiva de gobierno para cada uno de los estados en particular, que favorezcan la paz mundial.
DdA, XIX/5.386
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