Lazarillo
Mis compañeros y profesionales colegas del Diario de Valderrueda, que con tanta diligencia actualizan la información de lo que ocurre en la montaña leonesa y palentina desde hace años -razón vocacional por la que este Lazarillo se ha sentido llamado a colaborar en el medio-, tienen a bien contar entre sus colaboradores con excelentes fotógrafos de aquella arriscada naturaleza, a la que por fin llegaron las nieves estos días. Por allí siempre es de celebrar que los inviernos cuenten con esta blanca visita, pues no pocas de aquellas localidades montañesas de la llamada España vaciada tienen en las estaciones de esquí una fuente de ingresos importante y decisiva para que la temporada fría sea o no rentable.
Es el caso, una vez más, que desde el mencionando periódico, donde a menudo podemos ver imágenes de la fauna autóctona muy singulares, se nos da cuenta de la fotografía de un oso, captada en un robledal del Valle de Valdeón por Íñigo Miguel Sadia (Íñigo Valdeón) hace unas semanas, y para la que su autor ha tenido que hacer verdaderos derroches de prevención y paciencia, tal como el mismo nos cuenta con detalle y podemos leer en DDV. Íñigo, al que se le conoce en Instagran por Valdeon wil, empleó varios días y muchas horas hasta conseguir lo que verdaderamente más nos impacta de la instantánea: que el plantígrado parezca mirar directamente a la cámara del fotógrafo leonés y que en esa actitud algunos podamos imaginar un duro reproche por todo lo que el ser humano ha hecho en contra de su especie, hasta llevarla en estas montañas al borde de la extinción.
Su mirada podría representar la del enojo animal por todo lo que hicimos y seguimos haciendo en contra de la salud de la casa común que habitamos. Nos la merecemos sobradamente.
DdA, XIX/5.354
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