miércoles, 7 de diciembre de 2022

LOS VIEJOS PALACETES DE GIJÓN Y LA GASTROCULTURA

 


Félix Población

Una vez escribí, en este mismo DdA, que Gijón debería rendir, por iniciativa quizá de sus instituciones municipales, un homenaje de recordación y respeto a la vieja arquitectura de sus palacetes, aquellas construcciones que la generación de la que formo parte pudo todavía ver y admirar antes de que la ciudad se rindiera a la especulación desarrollista de la década de los sesenta y siguiente del pasado siglo. 

Fue aquella brutal oleada de elevada verticalidad constructora tan desbocada que para nada se reparó en aquellos edificios que años después hubieran sido respetados por la nueva legislación. Aquel Gijón de los palacetes se vino abajo por la incultura y afanes especulativos que machacaron literalmente, a golpe de piqueta, la memoria arquitectónica de no pocas ciudades, sin reparar en que, pasado el tiempo, al admirar en la viejas fotografías aquellas construcciones, nuestro lamento por esa pérdida solo podría ser consolado con una iniciativa que ya esbocé aquí en alguna ocasión: una suerte de museo con las maquetas e historial de aquellos palacetes que, como el que aparece en la instantánea -fechada en 1968-, pervivió entre los gijoneses hasta 1975. 

Se trata de la obra proyectada por el arquitecto Manuel del Busto para Ulpiano Junquera en 1905.Estuvo ubicada en la esquina de las calles Ramón y Cajal con la actual avenida de Pablo Iglesias, frente al que entonces de llamaba Sanatorio del Carmen y hoy creo que es una residencia de ancianos. Según la descripción que se hace del edificio, se caracteriza formalmente por una serie de volúmenes cúbicos yuxtapuestos y aterrazados con cubiertas planas, cercadas por balaustres de piedra, excepto la llamativa torre a cuatro aguas rematada por una aguja.

De mis años adolescentes me queda el recuerdo de un amigo, algo mayor que yo, que se tomó muy en serio la destrucción de aquel formidable y pródigo patrimonio arquitectónico, y que ante la inminencia de su derribo fue tomando fotografías de cada uno de aquellos viejos palacetes. Hoy pienso que su concurso sería muy valioso para llevar adelante la iniciativa que propongo y que creo sería muy de agradecer para recuperar en la memoria una parte importante de la historia de la ciudad y, con ella, de quienes la habitan.

De seguir en pie aquellos edificios, quizá no sintiéramos tan despersonalizada hoy la villa en la que transcurrió nuestra niñez y primera mocedad, hasta el punto de que algunos, por añadir sin duda a esa despersonalización la ausencia y el tiempo transcurrido, la sentimos tan ajena que si no fuera por los paseos de su litoral casi podría sentirme extranjero transitando por no pocos de sus barrios. 

Habría estado bien que si algunos de aquellos palacetes hubiera sobrevivido (queda en pie, abandonado a su suerte, el de don Ladislao Menéndez Bandujo, en la Plaza de Europa, obra igualmente de Manuel del Busto), fueran al día de hoy bibliotecas y centros de cultura, más concordes con esas funciones -según mi concepción de las mismas- que los chigres gastroculturales que tanto se estilan en nuestros días, a raíz del invento de la popular y estival Semana Negra gijonesa.

Muséu del Pueblu d'Asturies - Colección: Gonzalo del Campo y del Castillo

EL ROTO DE HOY


DdA, XVIII/5.322

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