martes, 22 de noviembre de 2022

NOS DETENEMOS A LLORAR POR EL AUSENTE: PABLO MILANÉS


 El pasado junio, La Habana acogió su última actuación en Cuba. Fue todo un acontecimiento nacional. Las entradas para el primer escenario propuesto, el Teatro Nacional, se agotaron en breve y la protesta de sus seguidores, subida como una marea en las redes sociales, se saldó con el traslado del concierto al Coliseo de la Ciudad Deportiva, con un aforo cuatro veces superior. El público cubano vio entonces a Milanés llegar al plató en una silla de ruedas, imagen que para muchos resultó un presagio de que se habían agudizado los problemas de salud arrastrados por décadas. Esta visita a La Habana también significó reencontrarse con su familia en la isla cinco meses después de la inesperada muerte de su hija Suylén a causa de un accidente cerebrovascular al inicio de 2022. Milanés residía desde 2014 en Vigo, junto a su última esposa y mánager, la historiadora morracense Nancy Pérez Rey, con quien tuvo dos hijos (Pablo y Rosa), nacidos en la ciudad gallega. El cantautor cubano falleció ayer en Madrid a los 79 años de edad. Hace unos pocos años años, este Lazarillo tuvo el gusto de escucharlo  una noche de verano en la Plaza de la Catedral de Zamora. El canto como razón de vida alentó en su último concierto en La Habana.

ÚLTIMO CONCIERTO EN LA HABANA

Yo pisaré las calles nuevamente/De lo que fue Santiago ensangrentada/Y en una hermosa plaza liberada/ Me detendré a llorar por los ausentes.

Yo vendré del desierto calcínante
Y saldré de los bosques y los lagos
Y evocaré en un cerro de Santiago
A mis hermanos que murieron antes
Yo unido al que hizo mucho y poco
Al que quiere la patria liberada
Dispararé de las primeras balas
Más temprano que tarde sin reposo
Retornarán los libros las canciones
Que quemaron las manos asesinas
Renacerá mi pueblo de su ruina
Y pagarán su culpa los traidores
Un niño jugará en una alameda
Y cantará con sus amigos nuevos
Y ese canto será el canto del suelo
A una vida segada en La Moneda
Yo pisaré las calles nuevamente
De lo que fue Santiago ensangrentada
En una hermosa plaza liberada
Me detendré a llorar por los ausentes
Yo pisaré las calles nuevamente
De lo que fue Santiago ensangrentada
En una hermosa plaza liberada
Me detendré a llorar por los ausentes.

ETERNAMENTE
Celso Miranda

Llevo toda la mañana como si se hubiera ido algún amigo o alguien de la familia. Desde que me desperté y conocí la triste noticia: murió Pablito. Pablo Milanés, uno de los gigantes de la música latinoamericana. Su obra musical es mayúscula, quizás porque trató los grandes temas que nos afectan como humanos: el amor y su ausencia, el desamor, el paso del tiempo, la muerte y su cercanía. También, claro, el fervor revolucionario y el desencanto político. Gran compositor, grandísima voz, potente y llena de registros. Lo vi en concierto varias veces, también tuve el gusto de poder saludarlo en un par de ocasiones. Pero guardo especial recuerdo de una fecha, el 13 de agosto de 1994. Un grupo de jóvenes asturianos que estábamos como brigadistas en La Habana. Quizás alguien que lea esto lo recuerde. Teníamos nuestras entradas para ver a Pablo en el Teatro Karl Marx de aquella ciudad, pero el concierto se suspendió. Había estallado la crisis de los balseros, justo aquellos días, en pleno Periodo Especial, tras la gran crisis económica abierta en la isla por la implosión de la URSS. Se organizó un gran concierto gratuito en El Malecón, por el cumpleaños de Fidel. Allí cantó Pablo, hecho pueblo, bajo un tremendo cielo de tormenta. El trueno de su voz gritó "Creo en ti, Revolución", tras entonar "Auto de fe". No sé si la cantaría muchas más veces después de aquella. No hay dioses ni verdades absolutas entre los humanos, somos imperfectos por naturaleza y el tiempo desgasta, además de otras cosas, la fe. Pero también es verdad que la fe se renueva en los jóvenes amantes (y revolucionari@s) que se acercan a las viejas canciones. Eternamente.

DdA, XVIII/5.312

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