lunes, 28 de noviembre de 2022

LA MANOSFERA ANTIFEMINISTA ESTÁ CADA VEZ MÁS ORGANIZADA Y RABIOSA


Lionel S. Delgado

Mi abuela es una persona muy afable y maja. Pero recuerdo que cuando encendía la tele y aparecía el antiguo Papa, Ratzinger (Benedicto XVI), se ponía a hacer muecas de asco y me obligaba a cambiar de canal. Era tremenda la aversión casi instintiva que sentía. Un amigo me contó que a su abuela le pasaba con Zapatero. Ardía en rabia cuando aparecía en la tele. Me acuerdo mucho de ese gesto estos días. Me hipnotiza la reacción visceral que se genera frente a algunas figuras. Viene del estómago, no es racional y frente a esa persona biliosa no cabe debate posible. Y ahora la vemos dirigida hacia Irene Montero.

Estas semanas hemos visto una tormenta perfecta a nivel político. Sumemos el revuelo de la campaña del Ministerio contra la complicidad masculina en la violencia de género, la queja indignada de quienes ahí aparece, las fuertes escalada de violencia política generada por Vox contra Irene Montero, la herida abierta del debate por la Ley del Sólo Sí es Sí… Una tormenta que está siendo rentable para la ultraderecha española. ¿Cómo? Abordaremos un caso preocupante de capitalización del odio, resentimiento masculino y auge cultural de la ultraderecha.

Desde hace unos años, ya van siendo varias las autoras que señalan con preocupación la polarización política que está habiendo en España. Sin embargo, lo que era antes una polarización ideológica (basada en razones) y partidista, recientemente se está convirtiendo en una polarización afectiva (basada en emociones). La institución ESADE sacó en 2020 y 2021 unas interesantes investigaciones apuntando en esa línea. En su libro Fake News, trolls y otros encantos (Siglo XXI Editores, 2020), Ernesto Calvo y Natalia Aruguete definen la polarización afectiva como «la distancia en gusto, odio, asco o alegría que declaran los votantes de distintos partidos al observar un mensaje político».

No hablamos de una simple divergencia de opiniones políticas (algo que podría entenderse como deseable en una sociedad democrática), sino en el fortalecimiento de definiciones políticas de amigo/enemigo, la animadversión hacia los que no son de nuestro colectivo y la ruptura de puentes de comunicación. Esta polarización, en la peor de las versiones, es la que hace que con sólo escuchar un nombre se hagan muecas, vengan frases hechas, chistes o insultos a la cabeza. Alimenta la desaparición de la empatía, la incapacidad de generar debates constructivos y aumenta la violencia política.

Este efecto, sin embargo, no es algo que surge de la nada. Es producto de una serie de minicampañas mediáticas, de movimientos de tablero político, mediático y cultural en diversos ámbitos. No quiero decir con esto que exista un complot organizado contra Irene Montero, pero sí que están habiendo fuerzas conservadoras y antifeministas, que están tirando hacia el mismo sitio reforzándose entre ellos y generando una situación rentable. ¿Cómo se ha construido el odio visceral hacia Irene Montero? Vayamos por partes.

La esfera digital antifeminista

Por un lado, encontramos la llamada Manosfera, una amalgama informe de canales de YouTube, de cuentas de Twitter, de foros (Forocoches, Hispachan…), de ideólogos masculinistas (Un Tío Blanco Hetero, Roma Gallardo, etc.), de memes, directos de videojuegos (El Xokas, entre otros), etc. Son espacios caracterizados por una presencia casi exclusivamente masculina, donde se habla, se debate, se comparten experiencias y consejos… y también se retroalimentan los discursos antifeministas.

La Manosfera es famosa por haber organizado campañas digitales contra feministas (Alicia Murillo, Juana Rivas, Irantzu Varela…), por llamar al boicot de las políticas de igualdad, y sobre todo, de capitalizar el malestar masculino y dirigirlo hacia las feministas (en vez de identificar la raíz de ese malestar en el mismo sistema de género que afecta a todes). Si queréis profundizar en la Manosfera digital española, hace poco Elisa García-Mingo y su equipo de la UCM sacó una potente investigación desde la FAD.

Esta Manosfera lleva tiempo cultivando un odio visceral al feminismo. Se basan en una sensación de ofensa profunda, y se construye en torno a chistes ofensivos, bulos, desprecios personales y memes antifeministas. Pero esta semana la Manosfera está bastante revuelta.

Por un lado, están encantados con el revuelo alrededor de la ley del Sólo Sí es Sí. Momento perfecto para meter el dedo en la llaga y fracturar la opinión pública a base de bulos. Por otro lado, están bastante indignados porque en el video “¿Entonces quién?”, la campaña del Ministerio de Igualdad, se les ha señalado directamente. En concreto, se hace referencia al Xokas y el infame momento donde habla de las estrategias de sus colegas para ligar. Éste youtuber no tardó en publicar un video donde señala a Irene Montero con violencia y se escandaliza porque le señalan a él “en vez de preocuparse por los violadores que se escapan de la cárcel por la culpa de Montero. En realidad, el Xokas hace exactamente lo que dice el anuncio del Ministerio: “¿Quién? ¿Yo? Yo no fui”. Lo preocupante es que esa emisión de Twitch contó con medio millón de reproducciones en un día, más las doscientas mil de su canal de YouTube, además de miles (MILES) de comentarios mostrándole su apoyo…

Desde la Manosfera se hace siempre referencia a lo mismo: los hombres sufrimos injustamente la acusación y señalamiento, el feminismo está desquiciado, corremos el riesgo de que nos metan en la cárcel por cualquier cosa, Irene Montero da vergüenza y no está preparada para el Gobierno. El machaque constante sobre la hipocresía de las feministas, la maldad o los dobles raseros es una importante viga de esa polarización afectiva de la que hablábamos. En el vídeo del Xokas se ve claramente: no hay argumentaciones políticas, sólo ataques directos a la persona de Irene Montero, con el objetivo de desprestigiarla y convertirla en la efigie a destruir del feminismo español. Y no sería tan preocupante si no tuvieran cada vez más y más simpatizantes. Las cuentas de esta gente reúnen millones de seguidores.

Y por si fuera poco, la Manosfera no sólo bebe de videos de YouTube y Twitch. En las cuentas de memes con decenas de miles de interacciones vemos constantemente cómo se comparten titulares de noticias y trozos de artículos. La Manosfera no tendría tanta fuerza sin una serie de noticiarios, espacios televisivos y de radio que alimentan el fuego, buscan clics rápidos y aumentar el flujo de visitas.

El periodismo del odio

Michael Kimmel en su libro Hombres blancos cabreados (Barlin Libros, 2019), llama a este aparato mediático medios de comunicación de la rabia y funcionan estimulando la bilis, la indignación y alimentando esa cultura jocosa, políticamente incorrecta que se ríe del feminismo, que insulta a los movimientos y se indigna por las políticas de igualdad. Casos paradigmáticos pueden ser personas como Jimenez Losantos o medios como La Cope u OKDiario. Hay muchísimos más y se encargan de difundir fake news, bulos políticos, noticias tendenciosas, alimentan el odio con medias verdades o frases fuera de contexto. Estos medios son responsables de haber alimentado el tsunami mediático en torno a la problemática de la Ley del Sólo sí es sí, difundiendo medias verdades pero nunca una mención a cómo las reducciones de pena se deben a una responsabilidad de los jueces más que de la ley.

Esta semana, sin embargo, la atención se nos va a otro tipo de programa: El Hormiguero, famoso por blanquear a la ultraderecha y por escenas machistas. Pablo Motos también ha protagonizado un importante momento de señalamiento contra Irene Montero también a raíz del Anuncio del Ministerio porque se le señala también directamente, como al Xokas. En su programa, Pablo Motos vuelve a reproducir la frase clave del anuncio que critica: “¿Quién? ¿Yo? Yo no fui” (parece que la campaña del ministerio la clavó al señalar un comportamiento recurrente) justificándose.

En vez de entender que el señalamiento a su programa se debe a su papel como difusor de humor antifeminista y por alimentar la cultura de la cosificación, usa una estrategia típica que usamos los pavos cuando se nos señala algo: en vez de ver el señalamiento en su contexto y en general, va al caso exacto y muestra cómo ese caso, por sí solo, no tiene importancia. El machismo humorístico funciona a cuentagotas, no a grandes golpes, analizar cada caso por separado es inútil porque no hay tanto peso en cada pequeño chiste como para escandalizarnos. Además, el caso de Elsa Pataky es especialmente “justificable” (el vídeo explicándose de Pablo Motos es incluso comprensible), pero me gustaría ver cómo defiende los casos que recopila la gente de Unonueveocho en este genial video de momentos estelares del presentador.

La ultraderecha que sonríe en el incendio

Con todo esto, la extrema derecha se frota las manos. Se alimenta de la polarización afectiva que está habiendo y le saca partido. En realidad, su estrategia es inteligente: están yendo a por el vagón más débil. Si aumentan la polarización afectiva del tablero y consiguen alejar a la gente de Irene Montero, de las políticas feministas y de lo que ahora sería la parte más expuesta del Gobierno, posiblemente seguirá ocupando el centro mediático y desplazando el centro político hacia la derecha. En este artículo muy interesante de Tatiana Fernández en Aldescubierto.org, la socióloga habla de cómo la polarización social siempre ha beneficiado a Vox, sobre cómo ha conseguido dominar las redes sociales desde el 2020, sobre cómo ha conseguido marcar el ritmo de las noticias, de los marcos de debate y de las emociones que circulan en la política estatal.

Mientras, a mí personalmente me resulta indignante ver cómo en una quema popular como la que está intentando hacer Vox con Montero, las feministas históricas no se pronuncian. Incluso vemos a portavoces del feminismo del PSOE desfilar con pancartas de Irene Montero Dimisión, alimentando el juego de polarización y debilitando el suelo por el que caminan. Y en este incendio, es la ultraderecha la que sonríe al ver la polarización que le alimenta cada vez más fuerte.

En resumen, tenemos un tablero nefasto para posturas progresistas: la Manosfera antifeminista está cada vez más más organizada y rabiosa. Los medios masivos se desvinculan del feminismo. La ultraderecha aprende a azuzar el avispero y marca el ritmo mediático. Y como consecuencia, el centro político que se desplaza cada vez más a la derecha y pone en duda cualquier logro feminista. La historia nunca es lineal. Nada impide que lo que creíamos hegemónico ayer (los logros feministas) entre en disputa y corra el riesgo de desaparecer, ni que vuelvan viejos fantasmas que pensábamos muertos. El antifeminismo ha entrado en su adultez política, ha aprendido a marcar el debate y no hay buenos pronósticos.

El Salto  DdA, XVIII/5.315

No hay comentarios:

Publicar un comentario