Vicente Bernaldo de Quirós
Aunque resulte paradójico, la barbaridad jurídica perpetrada por la jueza Carmen Casado frenando la emisión de una serie de Correos sobre el centenario del Partido Comunista de España, tiene aspectos más positivos que negativos. Yo, al menos, destaco tres.
El primero es que la sentencia judicial que da la razón a los abogados del odio va a ser volteada dentro de poco. Y si no lo hace, la propia magistrada, lo hará un tribunal superior sea el de Justicia, de Madrid, la Audiencia Nacional, el Supremo o Estrasburgo, si es preciso, pero el ridículo de la magistrada no se lo quita ni Dios.
El segundo es que el caprichito de la dama del Contencioso ha tenido un efecto boomerang, porque son muchos los ciudadanos, comunistas o no, que han decidido reservar el sello del centenario, con lo que la publicidad del fallo judicial ha beneficiado los intereses de quienes son los protagonistas de esta emisión, es decir, los españoles que lucharon contra el franquismo.
El tercer aspecto es que la decisión de la jueza ha asustado tanto a los que aún tenían dudas que ha originado un rechazo total a que sean los jueces los que elijan a los miembros del Consejo General del Poder Judicial,, como pretende la derecha togada de este país, porque temen que personajes de tal jaez puedan ser quienes decidan quienes van a llevar a cabo la política judicial en España, ante el peligro de que el sentido común de los europeos les ponga límite.
El resumen es que la querella de los mal llamados Abogados Cristianos ha tenido un efecto contraproducente en el ámbito de las togas y el hecho de que la magistrada haya seguido las consignas de la doctrina Trillo (quizá porque esté interesada en ascender merced al tercio de los afines a Vox) no ha servido más que para dar publicidad al centenario del PCE y dejar constancia de que abusar de las prerrogativas judiciales convierte a una organización que tiene como valores morales los cristianos en un chiringuito que rezuma resentimiento por todos los poros de su piel. Y eso solo beneficia a los que estamos contra la mezquindad y la miseria sectaria.
DdA, XVIII/5.309
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