David M. Rivas
Sigo leyendo las columnas de Raúl del Pozo por una cierta "lealtad". Lo conozco desde hace mucho tiempo y siempre me cayó bien, además de considerarlo un hombre culto y, sobre todo, muy ingenioso y de mirada crítica. Pero no sé si será por la edad, por el medio en el que escribe o por la obligación o necesidad de escribir todos los días una columna para un público cada vez menos sutil, dice cosas sorprendentes. Que sea uno de los encabronados con la falsa polémica sobre la situación del castellano en Cataluña voy a darlo como a título de inventario. Otra cosa es que, como hace hoy en su columna diaria, nos hable de "apartheid", él, que tan pulcro fue siempre en conceptos. Pero va más allá y escribe que hay un acoso a "una de las hablas más bellas del mundo". Clasificar las lenguas en función de su belleza, cosa que me lleva a algo parecido al "apartheid", nunca lo ví, tal vez porque no estudié filología en la Alemania de los años treinta. Yo, no me duelen prendas, hablo mejor el español que la mayoría de los españoles monolingües y lo escribo, evidentementemente, mucho mejor que la inmensa mayoría de esos monolingües, aunque algunos tiren de Cervantes, entre otras cosas porque de pocos más pueden tirar, dado que no los conocen, como tampoco a Cervantes aunque les suene. Pero hablando y escribiendo bien el español, o castellano, que no es lo mismo pero tanto da, no creo que sea un idioma más bello que el asturiano, mi lengua materna, pero tampoco que el inglés, que el japonés, que el quechúa, que el árabe, que el xinca, que lo hablan sólo 150 personas... Amigo Del Pozo, con eso de "una de las más hermosas hablas", infieres que hay una escala de belleza. Sería interesante que escribieras una columna sobre alguna "de las más feas hablas" de la humanidad.
DdA, XVIII/5.296
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