Vicente Bernaldo de Quirós
Suelo leer los artículos que quincenalmente dedica el diario El País a las dudas y reclamaciones de los lectores en la página dedicada al Defensor del Lector y, aunque es una de las ideas más interesantes de nuestros periódicos porque permite hacer autocrítica de los errores y de las malas praxis de los medios de comunicación, me da la impresión de que en los últimos tiempos la sección ha vaciado de contenido los postulados de sus objetivos, porque cumple rutinariamente con algunos de los excesos que denuncian lectores y suscriptores.
Pese a todo, es un lujo poder establecer críticas de los lectores a las decisiones redaccionales sobre temas tan polémicos y tan importantes como los que se contienen en el Defensor del Lector. Y es una pena que solo el periódico de Prisa cuente con este servicio que permite a los ciudadanos mostrar su desacuerdo con algunos planteamientos editoriales.
El resto de periódicos españoles de la derecha (El Mundo, La Razón y Abc) no tienen en sus páginas secciones que den cabida a las demandas de los lectores, y estoy convencido de que si así fuera, las informaciones destinadas a tal fin ocuparían la mayor parte de las hojas de estos diarios y tendrían que reducir las noticias al espacio que ocupa la defensa de los lectores en El País.
Vivimos unos tiempos en los que las informaciones de los periódicos están mediatizadas, no solamente por la línea editorial de sus dueños, sino por los intereses económicos que subyacen de las informaciones y titulares que más le convengan al holding propietario del citado medio. Y no es que antes no fuera así, pero, al menos se disimulaba un poco. Desde que los medios de comunicación han dejado de ser espacios para informar para convertirse en negocios puros y duros, la libertad de expresión y la verdad hay que buscarlos con un quinqué. Y a veces, ni se encuentran.
DdA, XVIII/5.272
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