Félix Población
Lo que parecía ser una noticia
esperanzadora, difundida hace unas fechas por la agencia EFE, no lo es tanto.
En la información se nos decía que, a pesar del incendio forestal que arrasó
casi la mitad de la Sierra de la Culebra –con un total de 56.000 hectáreas
calcinadas si se añaden los incendios de las comarcas del entorno-, el lobo
ibérico ya ha vuelto a la zona quemada para ejercer su papel de policía
sanitario.
Aunque el incendio afectó a cuatro
manadas en esta reserva de la biosfera de la Meseta Ibérica, con la pérdida de
algunos cachorros, estos depredadores están dando cuenta de los cadáveres de
aquella fauna muerta o herida como consecuencia de las llamas. Cumplen con su
papel estos impresionantes cánidos en pro de la selección natural y a costa de
los ejemplares más débiles.
También se nos decía en la noticia que
poco a poco la vasta superficie quemada va recuperando los primeros atisbos de
vida renacida con el vuelo de pájaros como los pinzones, mirlos,
carboneros y arrendajos, los primeros en surcar el aire sobre un
terreno quemado, a pesar del aspecto desolador que presenta la sierra zamorana,
según hemos podido ver y sentir. Hasta que lleguen las lluvias en otoño, se
está repartiendo paja en distintos enclaves para los corzos y ciervos que han
sobrevivido al infierno.
Las llamas no llegaron hasta el Centro del
Lobo Ibérico, ubicado en el municipio de Puebla de Sanabria por lo que nada les
ha pasado a los catorce ejemplares que viven en su cercado. Se da la
circunstancia de que en esta ocasión no ocurrió como cuando se produjeron otros
incendios en 2012 y 2015 y una lobezna y un lobezno fueron curados y
recuperados en el centro. Brasa y Latedo se salvaron de las llamas en
Castrocontrigo (León) y Latedo (Zamora), de donde tomó nombre el macho. Este
último, después de pasar unas semanas en el centro, fue puesto en libertad,
pero la libertad le costó la vida. No murió de un disparo poco después. Lo que
la noticia dice es que fue apaleado.
Ya les decía que la noticia parecía
esperanzadora, pero no, al menos mientras tengamos congéneres capaces de matar
así a un lobo o prender fuego a nuestros montes: más de un millón y medio de
hectáreas quemadas en quince años. ¿Qué ocurrirá si no se toman medidas
importantes en el porvenir, a media que los veranos se hagan más largos y
calurosos?*
*Escrito a pie de bosque, admirando y
respirando la vida y el aliento que los árboles dan a nuestros pasos.
DdA, XVIII/5.239
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