martes, 2 de agosto de 2022

LA EUTANASIA EN ESPAÑA


Jaime Richart

Según el rotativo “La Nueva España”, de Gijón, una abuela brigadista, María Teresa Tuñón Álvarez, de 87 años, con un cáncer insoportable pide a gritos la eutanasia. Ya hay una ley en vigor que la permite. Pero en este país hay que desconfiar de todo. La nueva España, no la que apunta el rotativo sino la real, se diferencia muy poco de la vieja España aunque no lo parezca. Podemos certificarlo los mayores.

Los terribles defectos de la sociedad española, unos, muchos, por la influencia de una religiosidad paleta y de una jerarquía más paleta todavía, otros por influjo de las reminiscencias muy acusadas del absolutismo monárquico que incrusta en la psicología colectiva la justificación de la división de clases y rechaza el igualitarismo, otros por una guerra civil cuyas cicatrices no se han cerrado, otros por una historia siniestra de siglos… A todo esto en conjunto se añaden grandes porciones de sociedad que viven opíparamente, junto a otras porciones mayores que viven en precario, sin ilusión y sin expectativas y sin esperanza; luego están los vicios conceptuales que nos envuelven y nos asfixian derivados de una pandemia falsificada y de unas vacunas que no pueden serlo por su súbita aparición para humanos, que dividen a la sociedad en vacunados y no vacunados, en afirmacionistas y negacionistas; luego está la división entre feministas-ultra y las feministas femeninas… Y por fin, los estragos del cambio climático que no han hecho más que empezar; la escasez de agua antes de que llegue el otoño, la escasez de energía al empezar el otoño.

Todo esto nos hace vivir en una burbuja dramática y casi siniestra, con un futuro muy incierto que parece estar a punto de estallar en cualquier momento. Y entre las tantas cosas que nos abruman, los problemas que la eutanasia cuya ley ha sido aprobada y ya está en vigor, nos ha de traer, porque todo depende del Centro al que vayamos a parar, de los médicos y del director del Centro y de la actitud de quienes en ese Centro pondrán palos entre las ruedas al carro en el que deseamos subirnos cuando nos llegue nuestra hora final…

DdA, XVIII/5.235

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