viernes, 5 de agosto de 2022

CONTRA LA BARBARIE, CORBATAS



Javier Lezaola

El videoblog semanal de Enric Juliana, director adjunto del diario ‘La Vanguardia’ (Grupo Godó), se despedía el pasado sábado hasta septiembre haciendo un “elogio de la corbata”. Tirando de su sempiterna ironía, Juliana se muestra “partidario de la corbata” y se jacta de no seguir la “consigna” del presidente del Gobierno de coalición, Pedro Sánchez, sobre que “abandonemos” esa prenda de vestir “este verano”. “Soy aficionado a la corbata posiblemente porque quizás en realidad soy una persona de sesgo conservador, tradicional”, reconocía el director adjunto de ‘La Vanguardia’, que no obstante esgrimía también “otro motivo”: que cuando, hace unos años, vio a los “grandes oligarcas de las nuevas tecnologías”, a los “nuevos señores del mundo”, dirigirse a su público sin corbata, pensó que quizás fuera un “buen momento para mantenerse dentro del partido de la corbata”.

Mucho menos irónica y sobre todo mucho más combativa contra el Gobierno de coalición y la izquierda se muestra estos días la caverna mediática, donde proliferan las columnas de Opinión con esa prenda como protagonista –véanse ‘Corbata de distracción’ de Jorge Vilches el pasado domingo en el diario ‘La Razón’ (Grupo Planeta) o ‘Corbatas ideológicas’ de Santiago Navajas el mismo día en el digital ‘Libertad Digital’ (Libertad Digital), ‘La corbata’ de Antonio Lucas este martes en el diario ‘El Mundo’ (Unidad Editorial) o ‘La corbata, el cretino, la civilización’ de Miguel Ángel Belloso este jueves en el digital ‘OKdiario’ (Dos Mil Palabras)–, y es que es sabido que de quitarse la corbata a la selva –o, lo que es peor (al menos para la caverna), al chándal del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro– no hay más que un paso.

En esa línea profundizaba Juan Manuel de Prada en una columna publicada el pasado lunes en el diario ‘ABC’ (Vocento), titulada “Corbata y barbarie” y abiertamente elogiosa con el periodista y escritor franquista José María Pemán, autor del libro ‘La historia de España contada con sencillez’ (1939), que dedicó “al Generalísimo Franco”.

“Frente a los frenos civilizatorios de la Monarquía, la República mostraba, a los ojos de Pemán, «ese tono de salto de tapón, de rotura de presa, de apertura de toril» para los instintos más bajos”, apunta De Prada, para quien “detrás de la incitación a descorbatarse del doctor Sánchez hay «ese tono de salto de tapón, de rotura de presa, de apertura de toril» para los instintos más bajos al que se refería Pemán”. Y es que para el columnista de ‘ABC’ “la corbata se ha convertido en el símbolo subconsciente del orden, de la aceptación de unos códigos sociales que rigen y obligan”, por lo que “al decir ‘nudo de la corbata’, estamos anudándonos a un orden preexistente que nos aleja de la selva y que, hasta hace bien poco, el común de los hombres aceptaba gustosamente”.

El católico De Prada deja claro que considera que la “aversión” a la corbata “oculta un anhelo de liberar los instintos más turbios” y acto seguido pone rumbo a Venezuela, que para la caverna lo mismo sirve para un roto que para un descosido, y nunca mejor dicho hablando de corbatas: “La barbarie siempre es prefigurada por los gestos del pueblo. Aquellos descorbatamientos que tanto perturbaron a Pemán llevaron a la quema de conventos. Hoy Madrid, como escribíamos el otro día, hace que Caracas parezca por comparación una cena de los Cavia. Los códigos de urbanidad son símbolos que actúan como barreras; y despojados de esos símbolos, los pueblos vuelven a hacerse fieras, vuelven a acudir, solícitos y rugientes a la llamada de la selva”. Chimpún.

El católico Pemán formó parte de la Asociación Católica de Propagandistas, actual propietaria del digital ‘El Debate’ (ACdP), que también lleva varios días dándole que te pego al monotema en sus columnas.

“¡Viva la corbata! No se la quiten” es el titular de la columna de Luis Ventoso publicada este martes en ‘El Debate’. “Me llama un buen amigo desde su recreo estival, birra en mano al borde de su piscina. Medio en coña y medio en serio me hace el siguiente anuncio: «Tú sabes que yo no uso corbata. Pero basta que la prohíba ese señor [en realidad él empleó un sustantivo menos gentil] para que esta misma tarde vaya a comprarme dos. A partir de ahora pienso ir de corbata aunque me asfixie al sol. ¿Quién es ese tío para decirme cómo me tengo que vestir?»”, arranca el columnista, quien casualmente “casi a la misma hora” recibió “un mensaje de voz de otro amigo: «A mí me preocupa mucho, y a nadie parece importarle, el afán que tiene esta gente [aquí también el sustantivo era otro] de invadir la vida privada. No es ya solo lo que hicieron en la pandemia. Es en cada momento y con cualquier excusa. Esto es muy grave»”. “Aspiran a regular hasta de qué color llevamos la ropa interior. De manera instintiva les repugna la libertad de las personas. Así que, ya saben: ¡viva la corbata! Por favor, que nadie se la quite”, concluye airoso –y probablemente “medio en coña y medio en serio”– Ventoso.

La víspera de esos enfervorizados llamamientos de Ventoso, ‘El Debate’ publicaba otra columna de Opinión, en este caso titulada “Algunas corbatas” y firmada por un Alfonso Ussía desatado que se declara “culpable” de tener “más de 200 corbatas” y saca a relucir hasta a su abuelo Pedro Muñoz Seca y a José María Carrascal, autor de la columna publicada el pasado domingo en ABC con el título ‘Descorbatar’ y “propietario de la más importante reunión de corbatas extravagantes del mundo”, ante una de las cuales, y en presencia de Antonio Burgos –otro cavernario que comparte la sección de Opinión de ‘ABC’ con De Prada o Carrascal– y del propio Ussía, “emitió un alarido de susto en Moscú la momia de Lenin”. El columnista de ‘El Debate’ no cuenta qué hacían Carrascal, Burgos y él ante el mausoleo de Lenin ni cómo sería la corbata del primero para que la momia del líder de la Revolución de Octubre emitiera tal “alarido de susto”, pero sí tilda a Sánchez de “arrogante”, “caradura”, “chuflas”, “demagogo”, “desleal”, “dictador”, “falso”, “innecesario”, “mentiroso”, “prepotente”, “traidor”, “vulgar” y, lo que es peor, “hortera”. “No sabe hacerse los nudos de la corbata, y quiere que los grandes maestros de tan alta acción, desaparezcamos”, añade Ussía tras coger aire.

Por un flanco distinto al de Ussía atacaba este miércoles Miguel Ángel Aguilar en una columna publicada en el digital ‘Vozpópuli’ (Vozpópuli Digital), titulada “Desaliño indumentario” y en la que Aguilar compartía su presunta preocupación por los bedeles de Moncloa. “Quitándose la corbata el presidente Sánchez se estará distanciando del pueblo mientras los ujieres no puedan quitarse las lazadas que según la uniformidad prescrita han de llevar al cuello” y “las ministras y ministros que opten por enseñar el ombligo estarán también distanciándose del pueblo hasta que los y las ujieres no puedan ir enseñando libérrimamente el suyo”, sostiene. Aunque tarda poco en sumergirse en el tema que más ocupado lo ha tenido los últimos años –“a favor” de la corbata están “en el Club Puerta de Hierro” y “en contra” lo están “en la formación morada que lideraba Pablo Manuel Iglesias”, clama en ese sentido– y en evidenciar que sus verdaderos desvelos los comparte con De Prada: “Convendría analizar si la corbata se queda en un mero complemento, o si su carencia nos arroja de modo insoportable del desaliño y si por la informalidad acabaremos en la impugnación del sistema”. Ahí les duele.

LUH  DdA, XVIII/5.238

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