viernes, 8 de julio de 2022

CUANDO "EL PAÍS" ACABÓ CON "EL PAÍS IMAGINARIO" 2

Octavio Colis

Considerando que lo que os decía ayer debiera haber sido numerado como: 1, o primera entrega de algo que no sé lo que se prolongará) .Y, como proponía ayer, os voy a ir mostrando las imágenes de lo que creo fue el motivo por el que la sección EL PAÍS IMAGINARIO fue excluida del diario, a pesar del éxito incuestionable del que gozaba (no había ninguna otra sección que recibiera más “cartas al director” ya fuera para ensalzarla o para criticarla ferozmente). Y fue excluida de una forma tan radical al cuarto año de su aparición que incluso cuando algunos años más tarde PRISA publicó una especie de gruesa memoria de las actividades del diario El País hasta ese momento no hizo mención alguna de la larga existencia ni de EL PAÍS IMAGINARIO (de 1985 a finales de 1988) ni de EL CHAFARDERO INDOMABLE (1988/89).

Hay que recordar que El País presentó la solicitud de publicación ante el Ministerio de Información y Turismo en 1973, en vida de Franco, y que la obtuvo en 1976, al año siguiente de la muerte del dictador, y que en la nómina de accionistas principales se encontraban Fernando María Castiella, Manuel Fraga Iribarne, José Ortega Spottorno, José María de Areilza, Pío Cabanillas, Mercedes Formica, Jesús de Polanco, Juan de Arespacochaga, y otros muchos, pero destaco a estas personas porque creo marcan de manera clara que la voluntad o desideratum de la publicación no estaba en línea con, por ejemplo, Mundo Obrero o lo que muchos años después trataría de hacer el diario Liberación. Franquistas reformistas, socialdemócratas de primer cuño, humanistas, y algunos socialistas no marxistas dispuestos a representar la oposición al franquismo tras la muerte de Franco, pero sin exagerar. Mercedes Formica, por ejemplo, fue a un tiempo admiradora de José Antonio Primo de Rivera, falangista y feminista (…”sin estar loca”… como diría el bolero). También estaba Ramón Tamames, pero ya sabemos cual fue su travesía de babor a estribor en el proceloso mar de la política arribista, aunque en aquel momento se decía comunista.

Moncho Alpuente sabía de todo este background que sustentaba económica y políticamente al diario, y formó una redacción con elementos (redactores e ilustradores) afines para, desde el humor, denunciar las prácticas del poder, que en ese momento en el que aparecimos, 1985, lo ostentaba el PsoE.

Hay que decir que en aquella redacción de EL PAÍS IMAGINARIO no considerábamos el humor como lo contrario a lo serio, sino a lo aburrido. Así que nos constituimos como una especie de chistosa mosca cojonera del poder, aunque en los bajos fondos de la política y del accionariado enseguida fuimos señalados como una especie de “caballo de Troya” del rojerío disoluto. Supongo que los sucesivos directores y redactores jefe del diario tuvieron que sufrir muchas amenazas “desde arriba” por nuestro comportamiento, pero, en aquel momento el diario necesitaba todavía ser considerado de “izquierda” (“democrática”) porque entre la clientela había gente de izquierda que tenía un cierto peso (económico) que El País no podía perder, todavía. De hecho, sorprendentemente, todavía hoy el diario El País es considerado de izquierda, cuando ni lo es, ni lo ha sido nunca, ni lo ha pretendido, aunque se haya dejado querer por los despistados izquierdistas.

En aquel momento el hoy rey eméritamente huido gozaba de un injusto prestigio porque se creía que había defendido el estado democrático y que no había tenido nada que ver ni con la propuesta moderada de golpe de estado del general Armada (a lo De Gaulle), ni con la otra cuartelera de Milans del Bosch (a la griega). Todo aquello había quedado en una especie de “pelillos a la mar” y los poderes de siempre, Iglesia, Banca, caciques y Ejército (aunque éste se había quedado muy debilitado) seguían presionando a Felipe González para que moderara su psoecialismo. Las fuerzas franquistas más recalcitrantes se encontraban refugiadas todavía en Alianza Popular y necesitaban al felipismo para que los consustanciara en “oposición democrática”. Y para eso sólo hacía falta tiempo.

En EL PAÍS IMAGINARIO nos dedicamos de lleno en censurar “seria y humorísticamente” la gestión de González. En cierto modo nuestra sección le daba al diario un reflejo ilusorio de izquierdismo, algo parecido, creo, a lo que hoy le da la viñeta de El Roto.

DdA, XVIII/5215

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