viernes, 3 de junio de 2022

SÁNCHEZ NECESITA QUE SALGA MEJOR QUE BIEN EL PROYECTO DE YOLANDA DÍAZ


En su artículo de hoy, publicado en Infolibre (Tonterías las justas), el director editorial de este medio, Jesús Maraña, dice cosas interesantes ante los últimos resultados demoscópicos que registra el CIS con motivo de las próximas elecciones autonómicas en Andalucía. Queda casi la mitad de la legislatura para que el Gobierno tome nota y desmonte la burbuja pasajera de un líder (Feijóo) aureolado de moderación falsa, sin carisma ni coherencia:

"Si el Gobierno de coalición progresista quiere evitar que el resultado andaluz que el CIS pronostica sirva como palanca para un “cambio de ciclo” que tantos dan interesadamente por descontado, haría bien en abordar el problema como estructural y no simplemente como una burbuja pasajera. Hay datos y argumentos para desnudar el fenómeno Feijóo, y para ponerle en la tesitura de demostrar si de verdad está o no dispuesto a consensos de Estado (en la educación, en lo territorial, en la financiación autonómica, en la renovación y redignificación de los órganos constitucionales…). Es por el centro por donde se observa una fuga de votos desde el PSOE de Sánchez al PP de Feijóo (ver aquí), y para esa disputa el Gobierno tiene nombres con credibilidad para hacerle frente, empezando por una Nadia Calviño que cada día va reforzando más perfil político en una biografía tecnócrata. No sólo se trata de salir de la trampa del ruido y el barro permanentes, sino de confrontar programas y hojas de ruta con solvencia técnica, como viene haciendo Yolanda Díaz desde la tribuna del Congreso cada vez que responde a un insulto con su temido preámbulo “le voy a dar un dato”.

Ocurra lo que ocurra tras la campaña electoral que este viernes se abre en Andalucía, aún queda casi media legislatura por delante, y lo que está en juego trasciende los intereses electorales del 19J. Las fuerzas progresistas necesitan en primer lugar huir del ensimismamiento y la melancolía para trazar una hoja de ruta que refleje ese “cambio de época” que está reclamando la ciudadanía incluso desde el distanciamiento y el hartazgo con la política. Es hora de manejar el BOE con una mano siempre tendida a los socios de investidura abordando los problemas inmediatos y reales de la gente, por ejemplo introduciendo en la anunciada prórroga del plan anticrisis medidas progresivas que ayuden a quienes más lo necesitan frente a la escalada de precios, pero con la otra mano necesita plantear propuestas estructurales de fondo, desde una profunda reforma fiscal a un modelo de España plurinacional sin complejos, federal y democrática, que cierre el paso a un populismo reaccionario y represor.

En realidad el llamado “cambio de ciclo” debería apelar a las fuerzas progresistas como objetivo propio, en el que no basta con advertir de “que vienen los fachas”, aviso inútil cuando todo el mundo sabe que siempre han estado aquí y que ahora simplemente ejercen de tales sin complejos y sin filtros. El cambio de ciclo podría consistir en situar España en la modernidad y en consolidar una democracia que aún soporta demasiados privilegios, demasiados intocables y demasiada putrefacción en las cloacas. Para ello Sánchez necesita no sólo acertar él, sino que salga mejor que bien el proyecto de Yolanda Díaz, que, como apuntaba hace unos días Ignacio Sánchez—Cuenca, “no puede presentarse ante la ciudadanía como una componedora entre intereses partidistas varios”, sino que “ha de construir su liderazgo sobre bases distintas, pensando primero en los ciudadanos y luego en los partidos”. Acierta cuando pretende en primer lugar “escuchar” de abajo arriba, de modo que en el final del proceso “lo que más convenga a los partidos existentes sea sumarse a un movimiento que ya esté en marcha” (ver aquí). 

Nadie dijo que fuera fácil afrontar desde un gobierno de coalición de izquierdas (y en minoría parlamentaria) una pandemia, un volcán, los efectos de una guerra… y las zancadillas permanentes de un sistema político—institucional y mediático acostumbrado a emitir o dictar, más que a escuchar. Eso sí: tonterías las justas".

     DdA, XVIII/5185     

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