lunes, 20 de junio de 2022

EL PAPA FRANCISCO HA PISADO UN CALLO Y PUEDEN QUEDARLE DOS TELEDIARIOS



Valentín Martín

Pues claro que en mi adolescencia leí Cuerpos y almas, la novela de Maxence Van Der Meesrch, como un canto a la vida y un himno a la lucha de los médicos. Maxence Van Der Meesrch va mucho más allá y el libro es un campo donde caben las denuncias de cardos y el exterminio de la ética por parte de una clase social privilegiada. Nos salva la inmolación de Dutreval y nos enamora Evelyn. No es que yo fuera entonces y ahora de corazón fácil, que también, es que a ver quién no se rinde ante la seducción de la entrega, el inevitable romance con el amor y la muerte, todo lo que merece la pena y se atisba más allá del libro.
Años después, Noah Gondon convirtió el sagrado combate de este oficio en una continua ristra de venturas, desventuras y aventuras. Pero al fondo siempre palpitan todos los poderes, religiones, y alambres de espino ideológicos que torturan al médico hasta que dobla la rodilla y se rinde.
Detrás de que cada acto, hay un motivo. O una perversión inconfesable. El Papa argentino acaba de decir que la guerra de Ucrania era y es evitable. Y ha pronunciado una segunda oración nada secundaria sobre el tráfico de intereses comerciales que para otros países supone Eldorado de miles de muertos al borde de Europa. Me parece que Francisco ha pisado un callo y le quedan dos telediarios. Al tiempo.
Nada sucede porque sí y casi nadie tiene las manos limpias. Incluso los que abominan de la política deberían saber que cuando no está la política llegan los cañones. O la apropiación de las vidas.
La presidenta de la comunidad de Madrid está descuartizando la sanidad pública. Mientras miente a diestro y siniestro, ya ha empezado el camino de los médicos públicos hacia la nada. Hay médicos que resisten como Rob Cole hasta la extenuación. Yo los conozco, ellos me conocen, pongo mi vida en sus manos e intento salvar la suya, pasión y dignidad. En mi centro de salud quedan ya sólo dos. El mío a las 8 de la mañana está pasando consulta, y a las 7 de la tarde también. Luego, las visitas domiciliarias. Y en medio, las llamadas al móvil del paciente: que me preocupas, pásate mañana. Y a todo esto ni una miga de pan ha metido en la barriga, todo lo contrario que un médico debe hacer. Que no tiene tiempo, dice. Sí, Michel Dutreval existe.
Otra médica resume su luz sobre un oficio sometido al temporal del negocio: nosotros estamos para curar y cuando no podemos curar, para cuidar. Me temo que un día de estos cortarán su carrera y será una más entre los vencidos.
En mi otra tierra, antes de que llegasen más bárbaros, había ya una disposición escrita de la consejería de Sanidad: no habrá visitas o consultorios en pueblitos que estén a media hora o menos del centro de salud de referencia. Escrito está desde hace dos años, y no es un verso. Los ancianos, a caminar en busca de Rob Cole, echale un galgo.
Hace dos días se manifestaron en Madrid enfermeras y enfermeros gritando su maltrato. ¿Dónde estuvieron sus compañeros? Solos frente a la falta del mínimo humanismo.
Que no sé me olvide, que últimamente me olvido de todo: estoy de acuerdo con las primas de Bonilla, es muy guapo.

DdA, XVIII/5199

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