miércoles, 25 de mayo de 2022

AYUSO, RODRÍGUEZ Y EL "DICCIONARIO PARA UN MACUTO"


Paco Faraldo

Cuando más encantadora resulta la presidenta de Madrid es cuando se confunde con los datos y, lo que es peor, con los conceptos. El otro día, en una entrevista en la radio, la criatura se lió de una manera que haría enrojecer a un estudiante de primero de economía pero, sin amilanarse, continuó su monólogo con la soltura de quien se siente tan inimputable como el emérito. Isa se cree capaz de salir de cualquier aprieto sin perder una sola pluma en las refriegas y en las circunstancias comprometidas reacciona con una soltura digna de Lina Morgan en «La tonta del bote» o de Groucho Marx recitando lo de «la parte contratante de la primera parte». Y a todos nos caen bien Lina y Groucho.

Cuando últimamente oigo hablar a Isabel imagino de inmediato a Rodríguez, la bestia culta que la tutela. Miradlos: están ambos, Miguel Ángel e Isabel, sentados uno frente a la otra en una taberna de barrio de las que a ella le gustan. Sobre la mesa hay un libro. Es el «Diccionario para un macuto» de Rafael García Serrano, aquel falangista que escribía tan bien. MAR la mira arrebolado y le sopla, casi al oído, algunos de los vocablos del argot guerracivilista que en el libro se comentan. Ella sonríe, hace oscilar, como solo ella sabe el iris, la córnea y la pupila de sus ojos, y repite las palabras para memorizarlas mientras la espuma de la caña se va consumiendo en el vaso.
Una hora después, más callejeros, tabernarios, y pandilleros que nunca, suben al coche oficial y regresan a sus bases. Un poco más macarras, también.

DdA, XVIII/5177

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