Félix Población
Durante mis muchos años de estancia en Madrid fui visitante
asiduo de las viejas librerías. También fui testigo de la desaparición de
muchas de ellas, con ese sentimiento de melancolía que todos los lectores profesionales -entiéndase esto en el sentido etimológico del verbo
profesar- sentimos cada vez que se cierra uno de estos establecimientos.
Siempre
entendí el cierre de las viejas librerías como una pérdida del patrimonio
cultural. Por eso, cuando leí que ese destino le había llegado también a
la más antigua actualmente de las librerías madrileñas, ubicada en el barrio de
Salamanca, lo lamenté mucho. Igual me ocurrió cuando hace tres años cerró la librería de Nicolás Moya, en la céntrica
calle Carretas, que se mantenía abierta desde 1862.
La
librería Pérgamo data de 1945 y fue una empresa del catedrático
de Derecho represaliado por la dictadura franquista Raúl Serrano Vázquez, fundador de las Juventudes Comunistas de
Aragón, que recurrió a la venta de libros como alternativa a la cátedra que le
impidieron ejercer. Gracias a la ayuda económica de un matrimonio amigo y a su trabajo y el de
su compañera pasando a máquina tesis doctorales, la librería pudo ser realidad
hasta hace unos meses en que las hijas de Raúl no pudieron mantenerla abierta y
anunciaron su cierre.
Jorge F.
Hernández será el nuevo librero, gracias a un alquiler por debajo
del precio de mercado. Acaba de anunciar la próxima reinauguración de Pérgamo,
algo insólito en ese gremio, que esperamos pueda afrontar estos nuevos tiempos
con la solvencia suficiente como para que el historial de la librería se
prolongue en el tiempo. Un doble cierre después de las expectativas que ha
levantado su reinauguración sería motivo para una mayor melancolía.
Detrás de
un nombre como Pérgamo está la cultura transmitida durante siglos en papel, esa que
ha configurado y configura nuestro pensamiento humanístico, cada vez más
necesario en tiempos en que un afamado streamer apelado El Xocas, con millones
de seguidores al tanto de sus prédicas, es
capaz de difundir y elogiar el “trucazo” de sus “colegas” para ligar
“llevándose a pibas que estaban colocadas”.
Es muy probable que lo que eso significa, en pro de comportamientos delictivos condenados por el Código Penal,
dé a El Xocas unos cuantos cientos de miles de seguidores más, en lugar del
correspondiente varapalo por parte de una sociedad cultivada en las páginas
impresas y reflexivas de los libros, esa valiosas herramientas para las cuales
es imprescindible el silencio y la detenida concentración, frente a los
estragos de la superficialidad, la prisa y el ruido a los que estamos sometidos
y donde es más proclive la crianza de especímenes como El Xocas.
*La última hora DdA, XVIII/5140
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