Félix Población
Las muchas familias españolas que dieron y siguen dando hospitalidad durante los veranos a los niños y niñas saharauis saben de las penurias que sufre ese pueblo al que una invasión marroquí privó de su tierra. El presidente del Gobierno de España, que dice representar al ejecutivo de coalición más progresista en la historia reciente de su país, ha acordado traicionar a ese pueblo y reclinarse ante el rey de Marruecos al aceptar que ese territorio pueda ser, tal como decidió ese régimen autoritario que tenemos al sur de nuestras fronteras, una autonomía integrada en el estado marroquí.
Abandonados a su suerte en 1975, en los estertores de la dictadura española, los saharauis comprueban una vez más que el nefasto papel que jugó entonces lo vuelve a jugar ahora el mismo país del que el Sahara Occidental formó parte. De nada valen los acuerdos de la ONU para que se celebre un referéndum de autodeterminación en ese territorio, pospuesto a lo largo de las últimas décadas. Los miserables intereses geopolíticos de los estados europeos y Estados Unidos están conduciendo a que se respeten a su vez los de Marruecos.
España, en la persona de su jefe de Gobierno, se limita a respaldar esos intereses, y lo hace además del modo vergonzoso que tiene dirigir una carta al sátrapa marroquí de la que no advierte a sus socios en el ejecutivo, contrarios al contenido de la misma. Por si eso no fuera ya motivo para sentirse abochornados por tal proceder, la ciudadanía española se entera de ello gracias a la información facilitada por el gobierno marroquí.
Según se nos dice, la decisión de Pedro Sánchez obedece a la necesidad de garantizar el respeto a nuestra integridad territorial (Ceuta y Melilla) y a lograr de Marruecos su renuncia a llevar a cabo acciones unilaterales que amplíen su zona económica exclusiva hacia las del archipiélago canario. También cuenta, obviamente, el propósito de que Marruecos coopere en la gestión de los flujos migratorios tanto en el océano atlántico como en el mar Mediterráneo.
¿Qué garantías tenemos por escrito, sin embargo, de que Marruecos vaya a cumplir con todo eso? Ninguna. Y, sin embargo, el presidente del Gobierno español más progresista de los últimos cuarenta años se pliega a las exigencias del país que invadió el Sáhara Occidental para hacer suyo ese territorio. Mohamed VI no es Putin, pero saldrá con la suya gracias a actitudes tan vergonzosas como las de Pedro Sánchez. Vaya para este señor, a modo de dedicatoria, este libro de Fátima Galia: Poemario por Sáhara libre. Lágrimas de un pueblo.
Léase@también: La página deplorable del Sáhara. (CTXT)
DdA, XVIII/5114
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