Pablo Álvarez Fernández (PAF)
Conocí al personaje hace más de dos décadas, yo ponía copas en un pub y él era uno de los clientes. A pesar de ser aún joven, apenas sobrepasaba los treinta, era "un hombre de los de antes", rol que asumía con gusto. A mí, su sola presencia me repugnaba y evitaba en la medida de lo posible ir destinado a la barra donde solía apostarse, aunque en ocasiones no lograba mi propósito.
El tipo
solía llegar a primera hora, la hora en la que el local se llenaba de
adolescentes de entre 16 y 18 años, y dependiendo de como fuera vestido, yo ya
sabía cuanto se iba a prolongar mi castigo. El chándal de la mili quería decir
que ya llevaba por ahí todo el día y que con un cubata y un par de faltosadas a
alguna quinceañera se iría para casa.
El verdadero
peligro llegaba cuando el personaje aparecía con el look de Varon Dandy. Todo
estaba estudiado y no faltaba detalle: Camisa negra, abierta hasta el cuarto botón,
pelo del pecho asomando, cordón de oro al cuello, pantalón marcapaquetes,
aunque el único que abultaba era el de Winston, y zapatos castellanos
relucientes. Si ese era el outfit, el show estaba asegurado.
Como os he
contado, siempre solía acodarse en la misma barra, en una esquina que estaba
alejada de la zona de baile, pero que le permitía ver la pista y controlar el
acceso a los baños del local, que estaban justo al lado. Un punto estratégico
que le aseguraba poder controlar los movimientos de casi todas las mujeres que
pasaban por allí.
Su instinto depredador iba aumentando de forma directamente proporcional a la ingesta de bacardís. Con las primeras copas se limitaba a las miradas y al baboseo, pero a medida que el alcohol iba haciendo efecto su actitud se tornaba más agresiva y rara era la noche que aquel monstruo no pasara al acoso y al toqueteo. La historia siempre acababa de la misma manera, el personaje acababa llevando una hostia, bien de la acosada, bien del portero del local, para después ser expulsado de la sala, no sin antes lanzar todo tipo de improperios contra las mujeres. Si en aquella época hubiera estado vigente la actual ley de violencia de género, este espécimen seguramente hubiera acabado en los juzgados o en la cárcel más de una vez. Tuvo suerte, mucha suerte.
Cuando dejé de trabajar en la noche, deje de verlo y no tuve noticias suyas hasta que un día, no hace demasiado tiempo, lo encontré en las redes sociales. Utiliza su perfil para negar la violencia de género, atacar a las feministas y victimizar al "onvre". Apología del machismo, mensajes vomitivos y, por supuesto, defensa a ultranza del único partido político que protege a las bestias como él. Ese partido que ahora va a tener responsabilidades de gobierno y va a permitir que los machistas vuelvan a salir de sus cuevas para cazar mujeres.
DdA, XVIII/5109
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