Como elector el domingo en la comunidad de Castilla y León, me planteo evitar a toda costa con mi voto que pueda ser posible un pacto de gobierno entre el Partido Popular y la extrema derecha, algo que parece más que factible a la vista del crecimiento de Vox y el desgaste del partido que ha gobernado en Castilla y León durante los últimos 35 años, que además ha sumado a esto la personalidad cada vez más cuestionada de Mañueco, la convocatoria de unos comicios adelantados traicionando a sus socios de gobierno y el errático tránsito de Pablo Casado haciendo de los bulos campaña electoral. Este Lazarillo prevé una subida notable de la extrema derecha, que compensará la pérdida de votos del Partido Popular. Falta saber la respuesta que se dará desde el electorado de izquierda al riesgo real de que la derecha de Mañueco y Vox sumen lo suficiente para gobernar durante el próximo cuatrienio. Maraña nos adelante en este artículo la probabilidad de que entre quienes decidieron anticipar la cita con las urnas se escuche el domingo por la noche, en las sedes del PP, ese dicho tan español, castellano y leonés: “Hemos hecho un pan como unas hostias”.
Jesús Maraña
Soy leonés de nacimiento y corazón. De Sahagún concretamente. Tierra de
Campos. Y si hacemos caso a Max Aub y convenimos en que uno es "de donde
hace el bachillerato", entonces también sería castellano, porque me tocó
cursarlo en el Instituto público Jorge Guillén de Villalón de Campos
(Valladolid). ¿Y a mí que me importa?, se preguntará el improbable
lector que haya leído hasta aquí. Pues entre poco y nada, por
supuesto. Pero en estos tiempos de reivindicaciones identitarias y
efervescencias territoriales, quizás sea oportuno mostrar el DNI antes de
escribir sobre las elecciones de este domingo, 13 de febrero, en Castilla y
León. Puedo acertar o equivocarme (como un Michavila cualquiera), pero no será
porque uno no tenga conexión alguna con la región más extensa y una de las más
despobladas de Europa.
Despachado el sentimiento de cuna y
arraigo, pese a llevar desde los 16 años habitando en la burbuja madrileña,
paso a transcribir unos apuntes personales que no pretenden hacer vaticinios
sino simplemente reflejar lo que fuentes oficiales y personales (para mí
creíbles) transmiten sobre lo que en mi tierra se avecina.
1.- Influyentes gurús demoscópicos, desde Narciso Michavila a Sigma Dos (también conocida en algunas Redacciones como Rumba tres), trasladaron en su día a Pablo Casado y su núcleo duro que un adelanto electoral en Castilla y León tenía casi garantizada la mayoría absoluta. De ese vaticinio nace la hoja de ruta de Casado que consiste en cabalgar una “ola victoriosa” que se inicia en Castilla y León, pasa por Andalucía, continúa en la cita autonómica y municipal de mayo de 2023 para concluir en la Moncloa como estación de destino en las próximas elecciones generales. Cual Aníbal o Napoleón, el líder del PP veía ya sobradamente afianzado su liderazgo por encima de enemigos internos y externos, Ayusos y Abascales, en un camino expedito hacia la presidencia del Gobierno. (Contaminar de presunta corrupción la gestión de los fondos europeos o boicotear por artes filibusteras la reforma laboral también ayudaría…)
2.- Han ido
surgiendo algunos “problemillas” con los que ni Casado ni Alfonso Mañueco
contaban (lo cual no significa que no existieran). Por citar alguno: es
la primera vez que Castilla y León vota en soledad, sin el paraguas
movilizador de comicios autonómicos o municipales a nivel estatal; se justifica
el adelanto electoral con argumentos increíbles, en mitad de la sexta ola de la
pandemia y en pleno proceso de adjudicación y gestión de los fondos de
recuperación europeos; se planifica una campaña en clave nacional, contra
Sánchez y el gobierno “socialcomunista”, vistiendo a Mañueco con un traje
diseñado para Ayuso, sin caer en la cuenta de que Madrid será España,
pero Castilla y León no es (o no son) Madrid; y se lanza una campaña de
desinformación y bulos sobre la ganadería para competir con Vox despreciando la
realidad castellano-leonesa y, lo que es peor, la inteligencia de sus
habitantes.
3.- A medida
que avanza la campaña que este viernes concluye se va asentando una tendencia (con
perdón a la ciudadanía por la absurda prohibición legal de no compartir con
ella los tracking diarios que los partidos manejan): sube
constantemente la intención de voto a Vox en la misma proporción en la que baja
la del PP. ¿Tanto como para que se produzca un vuelco hacia la
izquierda y las urnas pongan fin a 35 años de gobiernos conservadores en
Castilla y León? Difícil, pero nada es imposible cuando algunos actores ponen
tanto empeño en descalabrar su propia función.
4.- En la
mejor de las hipótesis para Mañueco, podría seguir gobernando con el
permiso y las condiciones que Vox decida, muy probablemente con un
vicepresidente cuya xenofobia, machismo y estulticia están documentadas (ver aquí). El resultado de la apuesta consistiría para el
PP en cambiar su sociedad de gananciales con Ciudadanos por un matrimonio
forzado con Vox, cuyo contrato marcaría definitivamente al PP como la única
formación conservadora europea que en lugar de alejarse del nacionalpopulismo
extremista se abraza a sus tentáculos. El liderazgo de Casado quedaría
obviamente resentido hacia fuera (a disposición de las exigencias de Abascal)
tanto como ya ha quedado debilitado hacia dentro, a la vista del protagonismo
de Isabel Díaz Ayuso en el segundo y estresante tramo de esta campaña (ver aquí).
5.- En el peor
de los escenarios para la dirigencia del PP y sus aliados
demoscópico-mediáticos, cabría la posibilidad de que la participación
cayera aún más de los cinco puntos que ya descuentan casi todos los
sondeos, en un domingo sin más urna que la autonómica, con lluvia y
temperaturas bajo cero y muchísimos votantes hartos de tanto dominguero
disfrazado de Coronel Tapiocca vociferando sobre asuntos
alejados de sus intereses inmediatos. El discurso que promete soluciones, en
boca de quienes llevan 35 años engordando problemas, resulta muy difícil de
encajar.
6.- Hay
dirigentes políticos, y también analistas sesudos, que llevan meses vaticinando
el vuelco que supondrán los nuevos partidos que representan a la
llamada España vacía (con todos mis respetos al hallazgo
de Sergio del Molino, me parece más apropiado definirla como La España
despreciada). Se generaliza demasiado: en Castilla y León se
celebran nueve elecciones, una por provincia, y las diferencias entre la
realidad que viven y sufren León y Ávila o entre Burgos y Soria son tan
notables como entre México y Argentina cuando nos empeñamos en bautizarlas sin
matices como Latinoamérica.
Ya sabemos que las encuestas
electorales son utilizadas fundamentalmente como herramienta
de movilización o de influencia en el ánimo colectivo. Como también los
mensajes que lanzan ciertos gurús de la demoscopia buscan la movilización de
electorados afines (ver aquí alguno escuchado este mismo jueves). Lo
cierto es que, cuando se apaguen las luces de la jornada electoral de este
domingo, es muy probable que entre quienes decidieron anticipar la cita con las
urnas se escuche ese dicho tan español, castellano y leonés: “Hemos hecho un
pan como unas hostias”.
InfoLibre DdA, XVIII/5080
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