Ya en otra ocasión se había despachado
bien D. Jesús Sanz, cuando en su carta del 20-12-2020 «Cuatro pandemias para una
eutanasia», hablaba de la pandemia política que sufría España, donde “hay
mandatarios que tienen en un puño a su país…, que se aliñan con mentiras
repetidas, con tramposos paternalismos que cercenan la libertad, censuran la
protesta legítima impidiéndola, mientras se ensaya un confinamiento de diseño
para ir introduciendo leyes liberticidas que manipulan ideológicamente la
educación, e imponen cauces matachines para una eutanasia sin debate y sin escucha
de la sociedad civil a la que se niega la palabra…”
Ahora vuelve a hacerlo en parecidos
términos. (La falsa polémica de las inmatriculaciones). Lo
peor de todo es que lo que dice el obispo de Oviedo es considerado por muchos
como opinión de la Iglesia. Para situar en su justo límite las palabras de los
obispos hay que decir que el valor especial que puedan tener para algunos será
cuando toquen los temas que están dentro de su ámbito, que, por supuesto,
incluye también la denuncia social, hecha con el debido respeto e
imparcialidad. Algunos obispos tendrían que recordar al Maestro de Nazaret
cuando habla del cuidado con el que el pastor ha de tratar a las ovejas,
especialmente a las “descarriadas”.
El tema inmediato que aborda el obispo
de Oviedo en esta carta del 28-1-2022 son las inmatriculaciones, problema
sobre el que hay dentro de la Iglesia distintas posturas. Todos estaremos de
acuerdo que lo que se registró como propio de la Iglesia y no lo es, lo que hay
que hacer es devolverlo. Puede haber situaciones discutibles que con el diálogo
se pueden llegar a solucionar. Ahora bien, al margen de las situaciones
concretas, hay un criterio general que posiblemente la mayoría de los fieles
católicos compartimos: la Iglesia debe ser pobre y, especialmente, de
los pobres y para los pobres. Sus bienes, los de la Iglesia, deben ser
vistos desde esta perspectiva, que es la evangélica.
Pero en esta carta lo que queremos
comentar son las formas que emplea cuando escribe. hablando el obispo Fr. Jesús
Sanz del pasado encuentro entre el Presidente del Gobierno y el Presidente de
la Conferencia Episcopal dice que ha sido “urdido” -palabra que supone
intriga- en la Moncloa, y lo califica de “precipitado”; luego dirá que
esa prisa suscita interrogantes y sospecha él una intencionalidad
inconfesable. ¿En cuánta maldad habrá que pensar?
Sigue diciendo, como otros políticos,
que no es la verdad lo que acompaña el ejercicio de la
responsabilidad política y que las promesas han terminado en una vulgar
mentira. Esto hace que el resultado de la gobernanza no sea el que
una vez se propuso recabando en las urnas la adhesión popular, sino
una serie de intereses a veces torticeros y oscuros, donde parece
que sólo interesa el apego a una poltrona de poder a cualquier precio, en
almoneda barata, y sin escrúpulos ante las contradicciones palmarias. Es un
tipo de discurso impropio, quizás muy aplaudido por algunos.
Creemos no hacen falta comentarios, pues
D. Jesús habla muy claramente, otra cosa es que lo haga acertadamente, pues
hasta insulta con expresiones ofensivas a sus contrarios políticos. Hemos de
decir a la opinión pública que muchos de los católicos asturianos no valoramos
la realidad política como él y que cuando él lo hace en estos términos, se
descalifica como obispo de la Iglesia asturiana.
También hay que comentar su siguiente
carta semanal (Pederastia, piedra de molino, 6-2-2022) donde afronta el
hecho de la pederastia en la Iglesia católica. El arzobispo empieza diciendo
que en lo que se dice sobre la pederastia en la Iglesia no hay tanta verdad,
sino que son más bien cortinas de humo que el gobierno
hecha para ocultar la verdad de su gobernanza. Lo que se dice
sobre tan escabrosos y deleznables sucesos para él “son insidias, calumnias para
desgastar a su adversario cultural” (la Iglesia católica, suponemos) “o a su
enemigo político” (la derecha, nos imaginamos). Indirectamente aquí viene a
negar los hechos, alineándose así con todos los que anteriormente no quisieron
hacer frente a los crímenes de curas y religiosos pederastas. Pero, además, lo
hace insultando al mismo tiempo, como es habitual en él al referirse a los
políticos que no son de su cuerda. Más abajo, ya admite la triste realidad de
los desmanes de la pederastia de algunos clérigos y religiosos.
Hay otra frase suya que nos llama
poderosamente la atención: “Ha habido una consigna que ha señalado a
los cristianos como diana”. Pensamos que no hay nadie que diga que son
pederastas todos los curas y religiosos y mucho menos que lo sean todos los
cristianos. Por eso, no tienen sentido estas palabras del obispo de Oviedo.
Tampoco viene a cuento decir que la culpa del problema la
tiene “la pornografía tan fácilmente asequible, la educación ideologizada por
el género, la hipocresía cínica de la inmoralidad o amoralidad en tantos casos,
(que) hacen de campo de cultivo para que se sigan cometiendo estas tragedias
deleznables”. El problema no es tanto de hoy, sino del ayer, de cuando el
nacionalcatolicismo era más fuerte y de cuando ya declinaba su poder, en los
primeros tiempos democráticos, fue entonces cuando, por varios motivos, era más
fácil el ocultamiento de los agresores y más difícil la denuncia. A propósito
de señalar como causa de la pederastia la educación ideologizada de
hoy el sabe que precisamente los curas y religiosos agresores han sido educados
en instituciones eclesiásticas, internos en los seminarios.
Por otra parte, parece querer decirnos
que no son tantas las agresiones que hicieran los clérigos, sólo un 0,2 %. Las
estadísticas de los casos investigados han sido otras: en Francia entre un 2,5
% y un 2,8 %, en Alemania (4,4%), Estados Unidos (4,8%), Australia (7%) o
Irlanda (7,5%). El 56% de las agresiones y actos pedófilos identificados se
produjeron entre 1950 y 1969, mientras que en los años 70 y 80 hubo una
reducción (22%) y, a partir de ese momento, una estabilización (22%). Veremos
luego las facilidades que da la jerarquía española para la investigación y el
resultado que salga, que ojalá no sea abultado.
Arremete el obispo contra los políticos
de izquierda que están en el gobierno. El sabe que hay también católicos
convencidos que dicen lo mismo. Lo manifiestan en sus Webs. No estamos ante una
cuestión ideológica, como el obispo Fr. Jesús parece querer insinuar, diciendo
que son dardos que se lanzan contra los cristianos. La realidad es otra: se
persigue a los responsables de cometer delitos y a los que los ocultaron.
Podemos recordar el documento de Redes Cristianas, colectivo al que
pertenecemos, publicado el día 11 de febrero de 2019, hace ya tres años, donde
se denuncia que en la mayoría de los casos los obispos se resisten a hacer
avanzar la investigación, a apartar a las personas bajo sospecha y a demostrar
un apoyo efectivo a las víctimas”. Se pide tolerancia cero y que termine el
silenciamiento y el encubrimiento.
En estos momentos de reflexión sinodal
mejor sería que estuviésemos hablando, porque este problema no hubiera
existido, de la participación, de la comunión y de la misión en la Iglesia hoy,
tela en la que también hay mucho que cortar.
Redes Cristianas DdA, XVIII/5085
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