Jaime Richart
La derecha es el limbo de los que siempre tuvieron poder y dinero, y la ultraderecha nos recuerda los horrores iniciales del franquismo, del fascismo y del nazismo. Pero si la izquierda es incapaz de dominar a la derecha y a la ultraderecha, no es tanto por la propaganda, una directa y otra subliminal a favor de las derechas, de los medios, sino por su fatal falta de inteligencia para superar los protagonismos personales, comportándose al final y en el fondo con la misma ambición de los otros. Pero estos no se dan cuenta de que “los otros” cuentan con un ejército de sumisos acostumbrados a serlo, con otro ejército de extraviados que necesitan a jefes, con otro ejército que añora la estabilidad del franquismo tardío, con otro ejército de gentes ciegas de la cabeza, ansiosas de superar una decadencia monstruosa de la sociedad española, resultado de diversos factores que hubieran debido controlarse hace muchos años. El sentido de la anticipación es una propiedad inestimable en todo aquel y en toda sociedad dispuestos a crear su propio presente y su propio porvenir.
La izquierda se guía por reglas obsoletas que se han mostrado fracasadas y no ha sabido sustituirlas, actualizarlas. Incorporar a la sociedad los valores del humanismo y de los derechos humanos, al lado de una sociedad dominada por jueces, militares, empresarios, curas y medios franquistas requería de una astucia además de la paciencia, en este caso excesiva, que sus egoísmos y su condescendencia les ha impedido desplegar.
DdA, XVIII/5083
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