Gerardo Tecé
Cuando el diseñador Vincent Connare
inventó la letra Comic Sans, allá por 1994, no podía imaginar que su mal uso
–se han visto hasta esquelas con esta tipografía⎼ acabaría convirtiendo aquellos trazos infantiles en uno de los mayores monstruos
de la era moderna. Como padre de la criatura y visto lo visto, el hombre acabó
pidiendo perdón públicamente. Algo parecido se le debe estar pasando
últimamente por la cabeza al primero que propuso hacer del defecto una virtud.
Una actitud vital de lo más sana cuando la aplica quien aprende a pintar con
los pies a falta de manos. Un peligro cuando es interpretada por la derecha
española, que más que virtud ha aprendido a hacer del propio defecto un
negocio. Días después del Caserazo, momento bordado ya con letras
doradas en la historia del parlamentarismo patrio en el que el diputado
cacereño Alberto Casero cambió, sin querer, desde el sofá de casa y a lo Homer
Simpson, las relaciones laborales en España, el PP sigue profundizando en la
exitosa estrategia de forrarse gracias al propio error. Para que los amantes de
Nadal ⎼mejor español de la historia por
detrás de Amancio Ortega⎼ lo entiendan, algo así como mandar la bola a la grada, pegarle
un raquetazo al juez de silla para que se suspenda el partido y que te lo den
por ganado.
En una especie de versión española del
mítico consumidor norteamericano que se hace millonario por denunciar a la
marca de detergentes que no puso en el envase que aquello no podía beberse, el
PP está hoy entusiasmado con la idea de llevar a los tribunales ⎼sus tribunales⎼ el error del diputado Casero convertido
en pucherazo socialista y defensa de la democracia. Días después de la votación de la reforma laboral, no importa ya que el diputado les dijese a sus
compañeros que estaba destrozado por la cagada, ni
importa que, en una de cada cinco votaciones del Congreso, algún diputado meta
la pata sin que el reglamento permita dar marcha atrás, ni tampoco que un par
de diputados navarros intentasen un tamayazo de la mano del
PP. El debate hoy, tal y como marca la gran prensa madrileña, es que la
democracia ha sido vulnerada.
La experiencia previa convirtiendo errores
en triunfos no puede ser más satisfactoria para la derecha. Si Madrid,
estandarte de la gestión pepera, se convierte en la capital europea de la pandemia,
no diga usted récord de muertes y circulación del virus, diga bares abiertos,
cañas a la madrileña y mayoría absoluta. Si se destapa una trama de corrupción
salpicando a medio partido, qué mejor ocasión para acabar con la carrera
profesional del incómodo juez Baltasar Garzón. ¿Faltar a la responsabilidad
parlamentaria convirtiendo el Parlamento en un circo de gritos e insultos?
Tiene premio. No hay forma más eficaz de silenciar las propuestas de la nueva
política y extender la idea de que, qué más da si roban o paran desahucios, la
política es un cachondeo. Sabíamos que del cerdo se aprovechaba todo. Ahora
también sabemos que todo se puede aprovechar del cerdo, incluso ⎼no me lo entiendan como insulto⎼ siendo el cerdo uno
mismo.
El exitoso modelo de forrarse gracias a
los errores propios es herencia del aznarato. En 2004, parte de la derecha
político-mediática española entendió que sólo había una manera de salir del
bochorno provocado por las mentiras al descubierto de Aznar tras el atentado
del 11M. Y esa manera era sembrar dudas en torno a la victoria de Zapatero.
Dudas que, de paso, se convertirían en único punto del programa político del PP
durante los siguientes años: montar un follón interminable hasta instalar en la
población la idea de que un gobierno de España distinto al PP es igual a
crispación social. Si el germen entonces fueron unos cuantos medios digitales y
las portadas de Pedro Jota Ramírez en El Mundo, hoy el germen ha
crecido con salud y es todo un organismo vivo y con gran capacidad de acción.
Enric Juliana llama a esto esfera político-mediática de la derecha madrileña.
Una esfera político-mediática que recurre a su tercera pata cuando,
puntualmente, decide que toca hacer política: paradójicamente, los jueces. Un
potente tridente con capacidad de ganar partidos, incluso a partir de goles en
propia puerta. La mítica BBC de Bale, Benzema y Cristiano queda en nada en
comparación con este tridente al que podríamos llamar la CLV: Casado, Lesmes,
Vallés.
Si el atentado del 11M se hubiese producido
con el nivel de musculación que el organismo tiene a día de hoy, probablemente
hubiéramos ido a las urnas debatiendo no sobre las mentiras de Aznar, sino
sobre la posible relación entre Zapatero y Bin Laden. No descarten que el error
del diputado cacereño acabe con Yolanda Díaz declarando en la Audiencia
Nacional, ni tampoco que el asunto se vaya diluyendo sin demasiado ruido ante
la imposibilidad del tribunal de turno de retorcer la ley hasta el punto de
anular la votación. Qué más da. Una vez más, la esfera de derechas madrileña ya
ha ganado. ¿Quién habla de las mejoras laborales que trae consigo la recién
estrenada reforma? ¿Quién habla de transfuguismo y del intento de tamayazo?
CTXT DdA, XVIII/5079
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