viernes, 7 de enero de 2022

CUANDO LA GANADERÍA SE HACE CARNE DE BULO


Ovidio Zapico

Ser portada en el diario ABC era algo que nunca me había imaginado. Pero la verdad es que, bromas aparte, la campaña de la derecha política, mediática y empresarial contra el ministro Alberto Garzón invita a una reflexión. Con armas como el bulo y la mentira desde medios de comunicación afines y atriles políticos, con la intoxicación en redes sociales, pretenden confundir a la opinión pública y tergevirsar un debate que día a día saben que pierden un poco más: la ganadería intensiva, la de las macrogranjas y los loobies cárnicos, daña el planeta, genera un producto de mala calidad, no se desarrolla en condiciones de bienestar animal y tira los precios al resto del sector. Y frente a ella, la ganadería extensiva, la tradicional de comunidades como Asturias, la que defiende el ministro y la que siempre ha defendido Izquierda Unida, la que es sostenible, garantiza un producto de calidad, genera economía y mantiene población en los núcleos rurales.

Y a esa derecha casposa y con argumentos falaces se suman otros como los patriotas de pulsera, los que cuando ya sin argumentos insisten en descalificar a Garzón "porque no se puede decir eso de la ganadería intensiva española en un periódico extranjero"; también ministros del PSOE más interesados en defender intereses económicos que a combatir los bulos y hacer prevalecer la verdad, o colectivos agrarios bien intencionados pero confundidos por esa campaña orquestada por los mismos que con sus mercados y tratados de libre comercio hacen peligrar sus explotaciones familiares y sostenibles.

Pero como dijeron los clásicos, la verdad es revolucionaria y más pronto que tarde prevalecerá. Y con ella un modelo ganadero, el extensivo, que debe de ser el pilar fundamental de la España rural y vaciada.

     DdA, XVIII/5059     

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