Ovidio Zapico
Ser
portada en el diario ABC era algo que nunca me había imaginado. Pero la verdad es que,
bromas aparte, la campaña de la derecha política, mediática y empresarial
contra el ministro Alberto Garzón invita a una reflexión. Con armas como el
bulo y la mentira desde medios de comunicación afines y atriles políticos, con
la intoxicación en redes sociales, pretenden confundir a la opinión pública y
tergevirsar un debate que día a día saben que pierden un poco más: la ganadería
intensiva, la de las macrogranjas y los loobies cárnicos, daña el planeta,
genera un producto de mala calidad, no se desarrolla en condiciones de
bienestar animal y tira los precios al resto del sector. Y frente a ella, la
ganadería extensiva, la tradicional de comunidades como Asturias, la que
defiende el ministro y la que siempre ha defendido Izquierda Unida, la que es
sostenible, garantiza un producto de calidad, genera economía y mantiene
población en los núcleos rurales.
Y a esa
derecha casposa y con argumentos falaces se suman otros como los patriotas de
pulsera, los que cuando ya sin argumentos insisten en descalificar a Garzón
"porque no se puede decir eso de la ganadería intensiva española en un
periódico extranjero"; también ministros del PSOE más interesados en
defender intereses económicos que a combatir los bulos y hacer prevalecer la verdad, o colectivos agrarios bien intencionados pero confundidos por esa campaña
orquestada por los mismos que con sus mercados y tratados de libre comercio
hacen peligrar sus explotaciones familiares y sostenibles.
Pero
como dijeron los clásicos, la verdad es revolucionaria y más pronto que tarde
prevalecerá. Y con ella un modelo ganadero, el extensivo, que debe de ser el
pilar fundamental de la España rural y vaciada.
DdA, XVIII/5059
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