miércoles, 24 de noviembre de 2021

PARAÍSOS FISCALES: LA GRAN CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DE LA MISERIA


Félix Maraña

Ni Marx fue marxista ni Jesús de Nazaret, apodado Cristo, fue cristiano. El marxismo y el cristianismo son dos ideologías inventadas con fiebre y fervor por los seguidores de ambas doctrinas, con códigos de conducta moral para dirigir las conciencias. En ambos casos la fe ha sido superior a la razón. Ambas ideologías, organizadas como institución en la práctica, han sido impuestas por la fuerza, en un determinado momento histórico, una vez sus predicadores habían hecho las primeras excursiones a la conciencia de los candidatos. En ambos casos su fin mediato e inmediato era la toma del poder temporal. A los adictos o feligreses se les exigió adhesión sin quebranto, bajo el impuesto del miedo, bien al gulab siberiano o al infierno invisible. La guerra ha sido el instrumento fundamental para la implantación de estas y otras doctrinas, bien fueran las Cruzadas, las guerras de religión o la invasión de Checoslovaquia. El marxismo negaba de nacimiento a dios y el cristianismo lo tenía de nacimiento. Ambas ideologías prometían el paraíso. Una, que la tierra sería un paraíso, derrotando al imperio burgués, la otra, aliándose con la burguesía, prometía también el paraíso, pero no en la tierra, sino en el cielo, aunque sin concretar la ubicación en territorio.

Pero los únicos paraísos que nos han legado las ideologías del siglo XX y las ideologías de los veinte siglos de la ideología anterior, los únicos, son los paraísos fiscales. Esa es la gran construcción del templo de la miseria.
Los paraísos no están, como nos habían prometido, ni en la tierra (marxismo), ni en el cielo (cristianismo), sino en Panamá o Islas Vírgenes (dinerismo).

DdA, XVII/5018

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