Para este Lazarillo El hormiguero de Motos siempre fue un programa evitable por horrísono, al que las características del presentador añaden repelús y ramplonería, sobre todo cuando se ríe o similar. Dejo a un lado el tinte ideológico del programa y los aspectos vinculados con la originalidad del espectáculo o invento que presenta cada noche. Me limito a las entrevistas a los invitados, muy distintas según el color político de quien acude al plató. Centrándome en la de ayer, que tuvo por protagonista a la presidenta de la Comunidad de Madrid, me ciño a lo que Gerardo Tecé escribe hoy en CTXT bajo el titular La noche que Ayuso presentó El hormiguero. Tecé, como tantos otros desde Umbral cuando llegó al café Gijón, se olvida de la preposición "en":
"Uno de los grandes desahogos de la presidenta en su visita a Casa Motos tuvo que ver con la crisis sanitaria. A mí se me ha criticado mi gestión de la pandemia, Pablo, ¿te puedes creer? Motos, en el papel de amigo que escucha con un café por delante, volvió a tirar de profesionalidad y, aunque por momentos parecía posible que sucediera, evitó darle un abrazo de consuelo con caricia en la espalda. Por supuesto, no le sacó el tema de las cifras de la tragedia en Madrid porque a El Hormiguero uno va a divertirse. Casi siempre. Aún recuerdo aquel día en el que Pablo Iglesias, todavía sin haber ocupado cargos de responsabilidad, pasó a divertirse por el programa y a Pablo Motos sólo le faltó pedirle explicaciones por los planes quinquenales de la URSS. A pesar de los grandes disgustos derivados de la pandemia, como haber sido criticada, Ayuso declaró sentirse “muy afortunada por haber podido estar en el lugar y el momento oportunos”.
DdA, XVII/6006
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